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EL PRIMER BLOG CATÓLICO DE VALLE DE LA PASCUA...







domingo, 31 de enero de 2010

Tópicos sobre el Credo


Explicación del Credo
Autor: Catholic.net

Las verdades de nuestra religión, de nuestra fe católica.

Explicación del Credo. Las verdades de nuestra religión, de nuestra fe católica se encuentran en la oración del Credo. El Credo es lo que creemos los católicos. Si alguien de otra religión nos pregunta ¿qué es lo que creen ustedes los católicos? podemos contestarle con todo lo que rezamos en el Credo. Podemos decir que es como un resumen de nuestra religión.

El Credo está dividido en tres partes:

La primera parte habla de Dios Padre y de la obra de la Creación.

La segunda parte habla de Dios Hijo y de la Redención de los hombres.

La tercera parte habla de Dios Espíritu Santo y de nuestra santificación.

Estas tres partes contienen doce artículos que abarcan las principales verdades en las que creemos los católicos. Estos doce artículos son:

1. Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la Tierra.
2. Jesucristo, Hijo único de Dios.
3. Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen.
4. Jesús fue crucificado, muerto y sepultado.
5. Jesús descendió a los infiernos y al tercer día resucitó.
6. Jesús subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre.
7. Jesús vendrá a juzgar a vivos muertos.
8. El Espíritu Santo.
9. La Iglesia una, santa, católica y apostólica y la comunión de los santos.
10. El perdón de los pecados.
11. La resurrección de los muertos.
12. La vida eterna.

Si nos fijamos bien en todo lo que creemos nos vamos a dar cuenta de lo importante que es Dios y de como nos amó tanto que nos entregó a su Hijo Jesús para salvarnos. Se quedó con nosotros en la Iglesia, nos perdona y nos promete volver a venir. Todo lo que creemos lo debemos de vivir. Debemos demostrar con nuestras obras que creemos en Dios. Se debe notar la diferencia entre un niño que no tiene fe y un niño que sí tiene fe. La vida se vive diferente. Por ejemplo, si yo creo que tengo un Padre Todopoderoso que vela por mí, mis acciones deberán demostrar esa seguridad y confianza. Si yo creo en la Iglesia, la voy a ayudar. El Credo es una forma de profesar nuestra fe. Otra forma de profesar nuestra fe es haciendo la señal de la cruz, que es la señal del cristiano. ¿Qué expresamos cuando nos persignamos? Decimos que creemos en Dios que es uno en tres personas distintas. Esto lo hacemos al decir “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Al trazar la señal de la cruz en nuestro cuerpo, expresamos que creemos en la Encarnación, Pasión y Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Al rezar el Credo entramos en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y con toda la Iglesia.


El Credo de los Apóstoles

Definición. El Credo es una recopilación de nuestra fe, es un testimonio vivo de todas las enseñanzas de la Iglesia. Por tradición sabemos que fue compuesto por los apóstoles, aunque ha recibido algunas variaciones para ampliarlo más. El Credo consta de tres partes principales que nos enseñan sobre Dios el Padre, El Hijo y El Espíritu Santo. El Credo vivido es el gran regalo de nuestra fe, creemos venciendo la razón humana todo lo Dios nos ha revelado, creemos verdades que solo pueden ser abarcadas cuando confiamos el El. Confiamos en la Iglesia porque Cristo la fundó y prometió estar con ella hasta el final de los tiempos.

El Credo de los Apóstoles. Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, y en Jesucristo su Único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos, está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne, y en la vida eterna. Amén.

El Credo de los Apóstoles - meditado

Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra,
Yo creo que existe un Dios que me ha creado a mí y a todo el universo, Yo reconozco que El es lleno de poder, Sabiduría y Amor; El es el autor de todo lo que existe.

y en Jesucristo su Único Hijo, Nuestro Señor,
Yo creo que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios vivo, el Mesías, El ungido, El es el único Hijo engendrado de Dios, eternamente unido a El, El es la Palabra de Dios, hombre verdadero y Dios verdadero, El ha recibido poder sobre toda la creación como "Señor" porque El es nuestro Salvador.

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen,
Yo creo que la Palabra de Dio se vistió de carne y se volvió hombre para el propósito de nuestra salvación, El fue concebido por el Poder del Espíritu Santo en el vientre de la Santísima Virgen María. Yo creo que Jesús el hijo de María, es el hijo de Dios.

padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
Yo creo que Jesucristo renunció toda su Divinidad para poder sufrir por nosotros, El tomó sobre si mismo el castigo debido por nuestros pecados y murió como cualquier ser humano.

descendió a los infiernos,
Yo creo que después de que Jesús murió, El fue al lugar donde estaban todos los espíritus de los muertos, El fue allí para liberar a los cautivos quienes no habían recibido su redención todavía.

al tercer día resucitó de entre los muertos;
Yo creo que Jesús venció la muerte por el poder de Su resurrección. Los tres días son un signo para los creyentes, una confirmación de la santidad de sus palabras. El destruyó la muerte porque El no tenia pecado y la muerte es el precio por nuestros pecados. El murió para que nosotros podamos vivir eternamente a través de Su resurrección.

subió a los cielos, está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso;
Yo creo en la fidelidad de Jesús, Quien esta sentado a la derecha de Dios como Rey de Reyes y Señor de Señores, allá El prepara un lugar para nuestras almas y envía el Espíritu Santo para darnos Esperanza y Confianza en El.

desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Yo creo en la segunda venida de Cristo en Gloria, Yo creo que después de que nosotros muramos seremos juzgados y también creo en el Juicio Final para todo el mundo.

Creo en el Espíritu Santo,
Yo creo en la tercera persona de la Santísima Trinidad, Quien nos ha hecho templos de su Gloria, Yo creo que el Espíritu Santo es Dios nuestro abogado, maestro y consolador. El es el Espíritu de Amor y de Paz del Padre y del Hijo.

en la Santa Iglesia Católica,
Yo creo que Jesús fundo Su Iglesia sobre Pedro la roca, y que esta Iglesia todavía esta firme por el poder de Sus palabras a través de sucesión apostólica hasta el día de hoy, Yo creo que nosotros debemos de someternos a las enseñanzas del Magisterio de la Una, Santa Iglesia: Católica, Apostólica y Romana.

en la Comunión de los Santos,
Yo creo que la Iglesia es el cuerpo de Cristo, El es la cabeza y nosotros somos los miembros. Por la Gracia de Dios nosotros permanecemos en su Espíritu y entramos en comunión con las almas de aquellos quienes ya han ido ante el. Yo creo en la Iglesia triunfante del cielo, formada por todos los santos en Cristo, Yo creo en la Iglesia sufriente formada por todos aquellos quienes están siendo purificados en el purgatorio, y Yo creo en la Iglesia militante, formada por todos los bautizados quienes están viviendo sus vidas para Dios aquí en la tierra.

en el perdón de los pecados,
Yo creo que todos los pecados cometidos, excepto aquellos cometidos en contra del Espíritu Santo pueden ser perdonados porque Jesús es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.  Yo creo en el poder de perdonar los pecados dado por Cristo a los Apóstoles y continuado por sucesión apostólica a todos los Sacerdotes Católicos y Ortodoxos, en el Sacramento de la Penitencia donde nosotros somos reconciliados con Dios.

en la resurrección de la carne, y en la vida eterna. Amén.
Yo creo en las Palabras de Cristo Quien dijo "Yo te levantaré en el último día." Yo creo en Sus promesas de la vida eterna.

Amen.


El credo bíblico


Creo en Dios. "Nuestro Dios es el único Señor" (Deuteronomio 6,4).

Padre todo poderoso. "Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios" (Lucas 18,27).

Creador del cielo y de la tierra. "En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra" (Génesis 1,1).

Creo en Jesucristo. "El es el resplandor glorioso de Dios, la imagen misma de lo que Dios es" (Hebreos 1,3).

Su único hijo. "Pues Dios amo tanto al mundo, que dio a su Hijo Unico, para que todo aquel que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna" (Juan 3,16).

Nuestro Señor. "Dios lo ha hecho Señor y Mesías" (Hechos 2,36).

Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo."El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Dios altísimo descansará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios" (Lucas 1,35).

Nació de santa María Virgen. "Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: Una Virgen quedará encinta y tendrá un hijo, al que pondrá por nombre Emmanuel' (que significa "Dios con nosotros")" (Mateo 1,22-23).

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato. "Pilato tomó entonces a Jesús y mandó azotarlo. Los soldados trenzaron una corona de espinas, la pusieron en la cabeza de Jesús, y lo vistieron con una capa de color rojo oscuro" (Juan 19,1-2).

Fue crucificado. "Jesús salió llevando su cruz, para ir al llamado lugar de la Calavera' (o que en hebreo se llama Gólgota). Allí lo Crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado. Pilato mandó poner sobre la cruz un letrero, que decía: Jesús de Nazaret, Rey de los judíos" (Juan 19,17-19).

Muerto y sepultado. "Jesús gritó con fuerza y dijo: -¡Padre en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, murió (Lucas 23,46). Después de bajarlo de la cruz, lo envolvieron en una sábana de lino y lo pusieron en un sepulcro abierto en una peña, donde todavía no habían sepultado a nadie" (Lucas 23,53).

Descendió a los infiernos. "Como hombre, murió; pero como ser espiritual que era, volvió a la vida. Y como ser espiritual, fue y predicó a los espíritus que estaban presos." (1Pedro 3,18-19).

Al tercer día resucitó de entre los muertos. "Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras, que lo sepultaron y que resucitó al tercer día" (1Corintios 15, 3-4).

Subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre todo poderoso. "El Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios" (Marcos 16,19).

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. "El nos envió a anunciarle al pueblo que Dios lo ha puesto como juez de los vivos y de los muertos" (Hechos 10,42).

Creo en el Espíritu Santo. "Porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado" (Romanos 5,5).

La Santa Inglesia Católica. "Y yo te digo que tu eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla" (Mateo 16,18).

La comunión de los Santos. "Después de esto, miré y vi una gran multitud de todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. Estaban en pie delante del trono y delante del Cordero, y eran tantos que nadie podía contarlos" (Apocalipsis 7,9).

El perdón de los pecados. "A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados" (Juan 20,23).

La resurrección de la carne. "Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales" (Romanos 8,11).

Y la vida eterna. "Allí no habrá noche, y los que allí vivan no necesitarán luz de lampara ni luz del sol, porque Dios el Señor les dará su luz, y ellos reinarán por todos los siglos" (Apocalipsis 22,5).

Amen. "Así sea. ¡Ven, Señor Jesús!" (Apocalipsis 22,20).






miércoles, 27 de enero de 2010

La máquina de matar: El Che Guevara, de agitador comunista a marca capitalista


La máquina de matar: El Che Guevara, de agitador comunista a marca capitalista

Por: Alvaro Vargas Llosa

El Che Guevara, quien hizo tanto (¿o tan poco?) por destruir al capitalismo, es en la actualidad la quintaesencia de una marca capitalista. Su semblante adorna jarros de café, caperuzas, encendedores, llaveros, billeteras, gorras de béisbol, tocados, bandadas, musculosas, camisetas deportivas, carteras finas, jeans de denim, té de hierbas, y por supuesto esas omnipresentes remeras con la fotografía, tomada por Alberto Korda, del galán socialista luciendo su boina durante los primeros años de la revolución, en el instante en que el Che de casualidad se introdujo en el visor del fotógrafo—y en la imagen que, treinta y ocho años después de su muerte, constituye aún el logotipo del revolucionario (¿o del capitalista?) “chic”. Sean O''Hagan sostuvo en The Observer que existe incluso un jabón en polvo con el eslogan "El Che lava más blanco."

Los productos del Che son comercializados por grandes corporaciones y por pequeñas empresas, tales como la Burlington Coat Factory, la cual difundió un comercial televisivo presentando a un joven en pantalones de fajina luciendo una remera del Che, o la Flamingo''s Boutique en Union City, Nueva Jersey, cuyo propietario respondió a la furia de los exiliados cubanos locales con este argumento devastador: "Yo vendo lo que la gente desea comprar." Los revolucionarios también se unieron a este frenesí de productos—desde "The Che Store", que vende provisiones, hasta el sitio que atiende "todas sus necesidades revolucionarias" en Internet, y el escritor italiano Gianni Minà, quien le vendió a Robert Redford los derechos cinematográficos del diario del Che sobre su juvenil viaje alrededor de América del Sur en el año 1952 a cambio de poder acceder al rodaje del film Diarios de Motocicleta y de que Minà pudiese producir su propio documental. Para no mencionar a Alberto Granado, quien acompañó al Che en su viaje de juventud y ahora asesora documentalistas, y que se quejaba hace poco en Madrid, según el diario El País, ante un Rioja y un magret de pato, de que el embargo estadounidense contra Cuba le dificulta el cobro de las regalías. Para llevar a la ironía más lejos: el edificio en el cual nació Guevara en la ciudad de Rosario, Argentina, un espléndido inmueble de comienzos del siglo veinte sito en la esquina de las calles Urquiza y Entre Ríos, se encontraba hasta hace poco ocupado por la administradora de fondos de jubilaciones y pensiones privada Máxima AFJP, una hija de la privatización de la seguridad social argentina en la década de 1990.

La metamorfosis del Che Guevara en una marca capitalista no es nueva, pero la marca viene experimentando un renacimiento—un renacimiento especialmente destacable, dado que el mismo tiene lugar años después del colapso político e ideológico de todo lo que Guevara representaba. Esta suerte inesperada se debe sustancialmente a Diarios de Motocicleta, la película producida por Robert Redford y dirigida por Walter Salles. (Es una de las tres películas más importantes sobre el Che ya realizadas o actualmente en rodaje en los últimos dos años; las otras dos han sido dirigidas por Josh Evans y Steven Soderbergh.) Hermosamente rodada en paisajes que claramente han eludido los efectos erosivos de la polución capitalista, el film exhibe al joven en un viaje de auto-descubrimiento a medida que su conciencia social en ciernes tropieza con la explotación social y económica, lo que va preparando el terreno para la reinvención del hombre a quien Sartre llamara alguna vez el ser humano más completo de nuestra era.

Pero para ser más preciso, el actual renacimiento del Che se inició en 1997, en el trigésimo aniversario de su muerte, cuando cinco biografías abrumaron las librerías y sus restos fueron descubiertos cerca de una pista de aterrizaje en el aeropuerto de Vallegrande, en Bolivia, después de que un general boliviano retirado, en una revelación espectacularmente oportuna, indicara la ubicación exacta. El aniversario volvió a centrar la atención en la famosa fotografía de Freddy Alborta del cadáver del Che tendido sobre una mesa, escorzado, muerto y romántico, luciendo como Cristo en un cuadro de Mantegna.

Es usual que los seguidores de un culto no conozcan la verdadera historia de su héroe. (Muchos rastafaris renunciarían a Haile Selassie si tuviesen alguna idea de quien fue en realidad.) No sorprende que los seguidores contemporáneos de Guevara, sus nuevos admiradores post-comunistas, también se engañen a sí mismos al aferrarse a un mito—excepto los jóvenes argentinos que corean una expresión de rima perfecta: "Tengo una remera del Che y no sé por qué."

Considérese a algunos de los individuos que recientemente han blandido o invocado el retrato de Guevara como un emblema de justicia y rebelión contra el abuso de poder. En el Líbano, unos manifestantes que protestaban en contra de Siria ante la tumba del ex primer ministro Rafiq Hariri portaban la imagen del Che. Thierry Henry, un jugador de fútbol francés que juega para el Arsenal, en Inglaterra, se apareció en una importante velada de gala organizada por la FIFA, el organismo del fútbol mundial, vistiendo una remera roja y negra del Che. En una reciente reseña publicada en The New York Times sobre Land of the Dead de George A. Romero, Manohla Dargis destacaba que "el mayor impacto aquí puede ser el de la transformación de un zombi negro en un virtuoso líder revolucionario," y agregó: "Creo que el Che en verdad vive, después de todo."

El héroe del fútbol Maradona ostentó el emblemático tatuaje del Che en su brazo derecho durante un viaje en el que se reunió con Hugo Chávez en Venezuela. En Stavropol, al sur de Rusia, unos manifestantes que reclamaban los pagos en efectivo de los beneficios del bienestar social tomaron la plaza central con banderas del Che. En San Francisco, City Lights Books, el legendario hogar de la literatura beat, invita a los visitantes a una sección dedicada a América Latina en la cual la mitad de los estantes se encuentra ocupada por libros del Che. José Luis Montoya, un oficial de policía mexicano que combate el crimen relacionado con las drogas en Mexicali luce una vincha del Che porque ella lo hace sentirse más fuerte. En el campo de refugiados de Dheisheh, en la margen occidental del río Jordán, los afiches del Che adornan un muro que le rinde tributo a la Intifada. Una revista dominical dedicada a la vida social en Sydney, Australia, enumera a los tres invitados ideales en una cena: Alvar Aalto, Richard Branson, y el Che Guevara. Leung Kwok-hung, el rebelde elegido a la junta legislativa de Hong Kong, desafía a Beijing al vestir una remera del Che. En Brasil, Frei Betto, consejero del Presidente Lula da Silva y encargado del programa de alto perfil "Hambre Cero," afirma que "deberíamos prestarle menos atención a Trotsky y mucha más al Che Guevara." Y lo más estupendo de todo, en la ceremonia de este año de los Premios de la Academia, Carlos Santana y Antonio Banderas interpretaron la canción principal del film Diarios de Motocicleta: Santana se presentó luciendo una remera del Che y un crucifijo. Las manifestaciones del nuevo culto del Che están por todas partes. Una vez más el mito está apasionando a individuos cuyas causas en su mayor parte representan exactamente lo opuesto de lo que era Guevara.

Ningún hombre carece de algunas cualidades atenuantes. En el caso del Che Guevara, esas cualidades pueden ayudarnos a medir el abismo que separa a la realidad del mito. Su honestidad (quiero decir: honestidad parcial) significa que dejó testimonio escrito de sus crueldades, incluido lo muy malo, aunque no lo peor. Su coraje—que Castro describió como "su manera, en los momentos difíciles y peligrosos, de hacer las cosas más difíciles y peligrosas"—significa que no vivió para asumir la plena responsabilidad por el infierno de Cuba. El mito puede decir tanto acerca de una época como la verdad. Y es así que gracias a los propios testimonios que el Che brinda de sus pensamientos y de sus actos, y gracias también a su prematura desaparición, podemos saber exactamente cuan engañados están muchos de nuestros contemporáneos respecto de muchas cosas.

Guevara puede haberse enamorado de su propia muerte, pero estaba mucho más enamorado de la muerte ajena. En abril de 1967, hablando por experiencia, resumió su idea homicida de la justicia en su "Mensaje a la Tricontinental": “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”. Sus primeros escritos se encuentran también sazonados con esta violencia retórica e ideológica. A pesar de que su ex novia Chichina Ferreyra duda de que la versión original de los diarios de su viaje en motocicleta contenga la observación de "siento que mis orificios nasales se dilatan al saborear el amargo olor de la pólvora y de la sangre del enemigo," Guevara compartió con Granado en esa temprana edad esta exclamación: "¿Revolución sin disparar un tiro? Estás loco." En otras ocasiones el joven bohemio parecía incapaz de distinguir entre la frivolidad de la muerte como un espectáculo y la tragedia de las victimas de una revolución. En una carta a su madre en 1954, escrita en Guatemala, donde fue testigo del derrocamiento del gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz, escribió: “Aquí estuvo muy divertido con tiros, bombardeos, discursos y otros matices que cortaron la monotonía en que vivía”.

La disposición de Guevara cuando viajaba con Castro desde México a Cuba a bordo del Granma es capturada en una frase de una carta a su esposa que redactó el 28 de enero de 1957, no mucho después de desembarcar, publicada en su libro Ernesto: Una Biografía del Che Guevara en Sierra Maestra: “Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre”. Esta mentalidad había sido reforzada por su convicción de que Arbenz había perdido el poder debido a que había fallado en ejecutar a sus potenciales enemigos. En una carta anterior a su ex novia Tita Infante había observado que “Si se hubieran producido esos fusilamientos, el gobierno hubiera conservado la posibilidad de devolver los golpes”. No sorprende que durante la lucha armada contra Batista, y luego tras el ingreso triunfal en La Habana, Guevara asesinara o supervisara las ejecuciones en juicios sumarios de muchísimas personas—enemigos probados, meros sospechados y aquellos que se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado.

En enero de 1957, tal como lo indica su diario desde la Sierra Maestra, Guevara le disparó a Eutimio Guerra porque sospechaba que aquel se encontraba pasando información: “Acabé con el problema dándole un tiro con una pistola del calibre 32 en la sien derecha, con orificio de salida en el temporal derecho...sus pertenencias pasaron a mi poder”. Más tarde mató a tiros a Aristidio, un campesino que expresó el deseo de irse cuando los rebeldes siguieran su camino. Mientras se preguntaba si esta victima en particular "era en verdad lo suficientemente culpable como para merecer la muerte," no vaciló en ordenar la muerte de Echevarría, el hermano de uno de sus camaradas, en razón de crímenes no especificados: "Tenía que pagar el precio." En otros momentos simularía ejecuciones sin llevarlas a cabo, como un método de tortura psicológica.

Luis Guardia y Pedro Corzo, dos investigadores que se encuentran trabajando en Florida en un documental sobre Guevara, han obtenido el testimonio de Jaime Costa Vázquez, un ex comandante del ejército revolucionario conocido como "El Catalán," quien sostiene que muchas de las ejecuciones atribuidas a Ramiro Valdés (futuro ministro del interior de Cuba) fueron responsabilidad directa de Guevara, debido a que Valdés se encontraba bajo sus ordenes en las montañas. “Ante la duda, mátalo” fueron las instrucciones del Che. En vísperas de la victoria, según Costa, el Che ordenó la ejecución de un par de docenas de personas en Santa Clara, en Cuba central, hacia donde había marchado su columna como parte de un asalto final contra la isla. Algunos de ellos fueron muertos en un hotel, como ha escrito Marcelo Fernándes-Zayas, otro ex revolucionario que después se convertiría en periodista (agregando que entre los ejecutados había campesinos conocidos como casquitos que se habían unido al ejército simplemente para escapar del desempleo).

Pero la "fría máquina de matar" no dio muestra de todo su rigor hasta que, inmediatamente después del colapso del régimen de Batista, Castro lo pusiera a cargo de la prisión de La Cabaña. (Castro tenía un buen ojo clínico para escoger a la persona perfecta para proteger a la revolución contra la infección.) San Carlos de La Cabaña es una fortaleza de piedra que fue utilizada para defender a La Habana contra los piratas ingleses en el siglo dieciocho; más tarde se convirtió en un cuartel militar. De una manera que evoca al escalofriante Lavrenti Beria, Guevara presidió durante la primera mitad de 1959 uno de los periodos más oscuros de la revolución. José Vilasuso, abogado y profesor en la Universidad Interamericana de Bayamón en Puerto Rico, quien pertenecía al grupo encargado del proceso judicial sumario en La Cabaña, me dijo recientemente que

“El Che dirigió la Comisión Depuradora. El proceso se regía por la ley de la sierra: tribunal militar de hecho y no jurídico, y el Che nos recomendaba guiarnos por la convicción. Esto es: “Sabemos que todos son unos asesinos, luego proceder radicalmente es lo revolucionario”. Miguel Duque Estrada era mi jefe inmediato. Mi función era de instructor. Es decir legalizar profesionalmente la causa y pasarla al ministerio fiscal, sin juicio propio alguno. Se fusilaba de lunes a viernes. Las ejecuciones se llevaban a cabo de madrugada, poco después de dictar sentencia y declarar sin lugar (de oficio) la apelación. La noche más siniestra que recuerdo se ejecutaron siete hombres”.

Javier Arzuaga, el capellán vasco que les brindaba consuelo a aquellos condenados a morir y que presenció personalmente docenas de ejecuciones, habló conmigo recientemente desde su casa en Puerto Rico. Ex sacerdote católico de setenta y cinco años de edad, quien se describe como "más cercano a Leonardo Boff y a la Teología de la Liberación que al ex cardenal Cardinal Ratzinger," Arzuaga recuerda que

“La cárcel de La Cabaña se mantuvo llena a rebosar. Sobre 800 hombres hacinados en un espacio pensado para no más de 300: militares batistianos o miembros de algunos de los cuerpos de la policía, algunos “chivatos”, periodistas, empresarios o comerciantes. El juez no tenía por qué ser hombre de leyes; sí, en cambio, pertenecer al ejército rebelde, al igual que los compañeros que ocupaban con él la mesa del tribunal. Casi todas las vistas de apelación estuvieron presididas por el Che Guevara. No recuerdo ningún caso cuya sentencia fuera revocada en esas vistas. Todos los días yo visitaba la “galera de la muerte”, donde permanecían los prisioneros desde que eran sentenciados a muerte. Corrió la voz de que yo hipnotizaba a los condenados antes de salir para el paredón y que por eso se daban tan fáciles las cosas, sin escenas desagradables, y el Che Guevara dio orden de que nadie fuera conducido al paredón sin que yo estuviera presente. Yo asistí a 55 fusilamientos hasta el mes de mayo, cuando me fui. Eso no quiere decir que no se siguiera fusilando. Herman Marks era un americano, se decía que era prófugo de la justicia. Lo llamábamos “el carnicero” porque gozaba gritando “pelotón, atención, preparen, apunten, fuego”. Conversé varias veces con el Che con el fin de interceder por determinadas personas. Recuerdo muy bien el caso de Ariel Lima que era menor de edad, pero fue inflexible. Lo mismo puedo decir de Fidel Castro, a quien acudí también en dos ocasiones con igual propósito. Sufrí un trauma. A finales de mayo me sentía mal y se me recomendó abandonar la parroquia de Casa Blanca, dentro de cuyos límites se encontraba La Cabaña y que yo había atendido en los últimos tres años. Me fui a México para un tratamiento. Cuando nos despedíamos, el Che Guevara me dijo que nos habíamos llevado bien, tratando los dos de sacar el otro de su campo para atraerlo al de uno. “Hemos fracasado los dos. Cuando nos quitemos las caretas que hemos llevado puestas, seremos enemigos frente a frente”.

¿Cuánta gente fue asesinada en La Cabaña? Pedro Corzo ofrece una cifra de unos doscientos, similar a la proporcionada por Armando Lago, un profesor de economía retirado que ha compilado una lista de 179 nombres como parte de un estudio de ocho años sobre las ejecuciones en Cuba. Vilasuso me dijo que cuatrocientas personas fueron ejecutadas entre el mes de enero y fines de junio de 1959 (fecha en el que el Che dejó de estar a cargo de La Cabaña). Los cables secretos enviados por la Embajada de los Estados Unidos en La Habana al Departamento de Estado en Washington hablan de "más de 500." Según Jorge Castañeda, uno de los biógrafos de Guevara, un católico vasco simpatizante de la revolución, el fallecido Padre Iñaki de Aspiazú, hablaba de setecientas victimas. Félix Rodríguez, un agente de la CIA quien fue parte del equipo a cargo de la captura de Guevara en Bolivia, me dijo que él encaró al Che después de su captura respecto de "las dos mil y pico" ejecuciones por las que fue responsable durante su vida. "Dijo que todos eran agentes de la CIA y no se refirió a la cifra," recuerda Rodríguez. Las cifras más altas pueden incluir ejecuciones que tuvieron lugar en los meses posteriores a la fecha en que el Che dejó de estar a cargo de la prisión.

Lo cual nos trae de regreso a Carlos Santana y a su elegante indumentaria del Che. En una carta abierta publicada en El Nuevo Herald el 31 de marzo de este año, el gran músico de jazz Paquito D''Rivera reprochó a Santana su vestuario en la ceremonia de los Premios Oscar, y agregó: “Uno de esos cubanos fue mi primo Bebo, preso allí precisamente por ser cristiano. El me cuenta siempre con amargura cómo escuchaba desde su celda en la madrugada los fusilamientos sin juicio de muchos que morían gritando “¡Viva Cristo Rey!”.

El ansia de poder del Che tenía otras maneras de expresarse además del asesinato. La contradicción entre su pasión por viajar—una especie de protesta contra las limitaciones del estado-nación—y su impulso por convertirse en un estado esclavizante en relación a otras personas es patético. Al escribir acerca de Pedro Valdivia, el conquistador de Chile, Guevara reflexionaba: "Pertenecía a esa clase especial de hombres a los que la especie produce de vez en cuando, en quienes un anhelo por el poder ilimitado es tan extremo que cualquier sufrimiento para lograrlo parece natural." Podría haber estado describiéndose así mismo. En cada etapa de su vida adulta, sus megalomanía se manifestaba en el impulso depredador por apoderarse de las vidas y de la propiedad de otras personas, y de abolir su libre voluntad.

En 1958, después de tomar la ciudad de Sancti Spiritus, Guevara intento sin éxito imponer una especie de sharia, regulando las relaciones entre los hombres y las mujeres, el uso del alcohol, y el juego informal—un puritanismo que no caracterizaba precisamente su propia forma de vida. Les ordenó también a sus hombres que asaltaran bancos, una decisión que justificó en una carta a Enrique Oltuski, un subordinado, en noviembre de ese año: "Las masas que luchan están de acuerdo con asaltar a los bancos porque ninguno de ellos tiene un centavo en los mismos." Esta idea de la revolución como una licencia para reasignar la propiedad según le conviniese condujo al puritano marxista a apoderarse de la mansión de un emigrante tras el triunfo de la revolución.

El impulso de desposeer a los demás de su propiedad y de reclamar la propiedad del territorio de otros fue central a la política opresiva de Guevara. En sus memorias, el líder egipcio Gamal Abdel Nasser cuenta que Guevara le preguntó cuántas personas habían abandonado su país debido a la reforma agraria. Cuando Nasser replicó que ninguna, el Che contestó enojado que la manera de medir la profundidad del cambio es a través del número de individuos "que sienten que no hay lugar para ellos en la nueva sociedad." Este instinto depredador alcanzó un apoteosis en 1965, cuando empezó a hablar, como Dios, acerca del "Hombre Nuevo" que él y su revolución crearían.

La obsesión del Che con el control colectivista lo llevó a colaborar en la formación del aparato de seguridad que fue establecido para subyugar a seis millones y medio de cubanos. A comienzos de 1959, una serie de reuniones secretas tuvo lugar en Tarará, cerca de La Habana, en la mansión a la cual el Che temporalmente se retiró para recuperarse de una enfermedad. Allí fue donde los líderes principales, incluido Castro, diseñaron al estado policíaco cubano. Ramiro Valdés, subordinado del Che durante la guerra de guerrillas, fue puesto al mando del G-2, un cuerpo inspirado en la Cheka. Angel Ciutah, un veterano de la Guerra Civil española enviado por los soviéticos que había estado muy cerca de Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, y que más tarde entablaría amistad con el Che, desempeñó un papel fundamental en la organización del sistema, junto con Luis Alberto Lavandeira, quien había servido al jefe en La Cabaña. El propio Guevara se hizo cargo del G-6, el grupo al que se le encomendó el adoctrinamiento ideológico de las fuerzas armadas. La invasión respaldada por los EE.UU. de Bahía de Cochinos en abril de 1961 se convirtió en la ocasión perfecta para consolidar al nuevo estado policíaco, con el acorralamiento de decenas de miles de cubanos y una nueva serie de ejecuciones. Como el mismo Guevara le expresó al embajador soviético Sergei Kudriavtsev, los contrarrevolucionarios nunca "volverían a levantar su cabeza."

"Contrarrevolucionario" es el término que se le aplicaba a cualquiera que se apartara del dogma. Era el equivalente comunista de "hereje." Los campos de concentración eran una forma en la cual el poder dogmático era empleado para suprimir el disenso. La historia le atribuye al general español Valeriano Weyler, el capitán general de Cuba a finales del siglo diecinueve, haber empleado por vez primera a la palabra "concentración" para describir la política de cercar a las masas de potenciales opositores—en su caso a los simpatizantes del movimiento independentista cubano—con alambre de púas y empalizadas. Qué irónico (y apropiado) que los revolucionarios de Cuba más de medio siglo después continuasen con esta tradición local. Al principio, la revolución movilizó a voluntarios para construir escuelas y para trabajar en los puertos, plantaciones, y fábricas—todas ellas exquisitas oportunidades fotográficas para el Che el estibador, el Che el cortador de caña, el Che el fabricante de telas. No pasó mucho tiempo antes de que el trabajo voluntario se volviese un poco menos voluntario: el primer campamento de trabajos forzados, Guanahacabibes, fue establecido en Cuba occidental hacia el final de 1960. Así es como el Che explicaba la función desempeñada por este método de confinamiento: “A Guanahacabibes se manda a la gente que no debe ir a la cárcel , la gente que ha cometido faltas a la moral revolucionaria de mayor o menor grado...es trabajo duro, no trabajo bestial”.


Este campamento fue el precursor del confinamiento sistemático, a partir de 1965 en la provincia de Camagüey, de disidentes, homosexuales, victimas del SIDA, católicos, Testigos de Jehová, sacerdotes afro-cubanos, y otras escorias por el estilo, bajo la bandera de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Hacinados en autobuses y camiones, los "desadaptados" serían transportados a punta de pistola a los campos de concentración organizados sobre la base del modelo de Guanahacabibes. Algunos nunca regresarían; otros serían violados, golpeados, o mutilados; y la mayoría quedarían traumatizados de por vida, como el sobrecogedor documental de Néstor Almendros Conducta Impropia se lo mostrara al mundo un par de décadas atrás.

De esta manera, la revista Time parece haber errado en agosto de 1960 cuando describió a la división del trabajo de la revolución con una nota de tapa presentando al Che Guevara como el "cerebro," a Fidel Castro como el "corazón" y a Raúl Castro como el "puño." Pero la percepción revelaba el papel crucial de Guevara en hacer de Cuba un bastión del totalitarismo. El Che era de alguna manera un candidato improbable para la pureza ideológica, dado su espíritu bohemio, pero durante los años de entrenamiento en México y en el periodo resultante de la lucha armada en Cuba emergió como el ideólogo comunista locamente enamorado de la Unión Soviética, en gran medida para molestia de Castro y de otros que eran esencialmente oportunistas dispuestos a utilizar cualquier medio necesario para ganar poder. Cuando los aspirantes a revolucionarios fueron arrestados en México en 1956, Guevara fue el único que admitió que era un comunista y que estaba estudiando ruso. (Habló abiertamente de su relación con Nikolai Leonov de la Embajada Soviética.) Durante la lucha armada en Cuba, forjó una férrea alianza con el Partido Socialista Popular (el partido comunista de la isla) y con Carlos Rafael Rodríguez, un jugador importante en la conversión del régimen de Castro al comunismo.

Esta fanática disposición convirtió al Che en una parte esencial de la "sovietización" de la revolución que se había jactado reiteradamente de su carácter independiente. Muy poco después de que los barbudos llegaran al poder, Guevara participó de negociaciones con Anastas Mikoyan, el vice primer ministro soviético, quien visitó Cuba. Le fue confiada la misión de promover las negociaciones soviético-cubanas durante una visita a Moscú a finales de 1960. (La misma fue parte de un largo viaje en el cual la Corea del Norte de Kim Il Sung fue el país que “más” le impresionó.) El segundo viaje a Rusia de Guevara, en agosto de 1962, fue aún más significativo, en razón de que el mismo selló el acuerdo para convertir a Cuba en una cabeza de playa nuclear soviética. Se reunió con Khrushchev en Yalta para finalizar los detalles sobre una operación que ya se había iniciado y que involucraba la introducción en la isla de cuarenta y dos misiles soviéticos, la mitad de los cuales estaban armados con ojivas nucleares, así como también lanzadores y unos cuarenta y dos mil soldados. Tras presionar a sus aliados soviéticos sobre el peligro de que los Estados Unidos pudiesen descubrir lo que estaba aconteciendo, Guevara obtuvo garantías de que la marina soviética intervendría—en otras palabras, de que Moscú estaba preparada para ir a la guerra.

Según la biografía de Guevara de Philippe Gavi, el revolucionario había alardeado que "su país se encuentra deseoso de arriesgarlo todo en una guerra atómica de inimaginable capacidad destructiva para defender un principio." Apenas después de finalizada la crisis de los misiles cubanos—cuando Khrushchev renegó de la promesa hecha en Yalta y negoció un acuerdo con los Estados Unidos a espaldas de Castro que incluía la remoción de los misiles estadounidenses de Turquía—Guevara dijo a un periódico comunista británico: "Si los cohetes hubiesen permanecido, los hubiésemos utilizado a todos y dirigido contra el mismo corazón de los Estados Unidos, incluida Nueva York, en nuestra defensa contra la agresión." Y un par de años más tarde, en las Naciones Unidas, fue leal a las formas: "Como marxistas hemos sostenido que la coexistencia pacífica entre las naciones no incluye a la coexistencia entre los explotadores y el explotado."

Guevara se distanció de la Unión Soviética en los últimos años de su vida. Lo hizo por las razones equivocadas, culpando a Moscú por ser demasiado blando ideológica y diplomáticamente, y hacer demasiadas concesiones—a diferencia de la China maoísta, a la cual llegó a ver como un refugio de la ortodoxia. En octubre de 1964, un memo escrito por Oleg Daroussenkov, un funcionario soviético cercano a él, cita a Guevara diciendo: "Les pedimos armas a los checoslovacos; y nos rechazaron. Luego se las pedimos a los chinos; dijeron que sí en pocos días, y ni siquiera nos cobraron, declarando que uno no le vende armas a un amigo." En realidad, Guevara se resintió por el hecho de que Moscú le estaba solicitando a otros miembros del bloque comunista, incluida Cuba, algo a cambio de su colosal ayuda y de su apoyo político. Su ataque final contra Moscú llegó en Argelia, en febrero de 1965, en una conferencia internacional en la que acusó a los soviéticos de adoptar la "ley del valor," es decir, el capitalismo. Su ruptura con los soviéticos, en síntesis, no fue un grito en favor de la independencia. Fue un alarido al estilo de Enver Hoxha en aras de la total subordinación de la realidad a la ciega ortodoxia ideológica.

El gran revolucionario tuvo una oportunidad de poner en práctica su visión económica—su idea de la justicia social—como director del Banco Nacional de Cuba y del Departamento de Industria del Instituto Nacional de la Reforma Agraria a fines de 1959, y, desde principios de 1961, como ministro de industria. El periodo en el cual Guevara estuvo a cargo de la mayor parte de la economía cubana atestiguó el cuasi colapso de la producción de azúcar, el fracaso de la industrialización y la introducción del racionamiento—todo esto en el que había sido uno de los cuatros países económicamente más exitosos de América Latina desde antes de la dictadura de Batista.

Su tarea como director del Banco Nacional, durante la cual imprimió billetes que llevaban la firma "Che," ha sido sintetizada por su asistente, Ernesto Betancourt: “Encontré en el Che una ignorancia absoluta de los principios más elementales de la economía”. Los poderes de percepción de Guevara respecto de la economía mundial fueron muy bien expresados en 1961, durante una conferencia hemisférica celebrada en Uruguay, donde predijo una tasa de crecimiento para Cuba del 10 por ciento "sin el menor temor," y, para 1980, un ingreso per capita mayor que el de "los EE.UU. en la actualidad." En verdad, hacia 1997, el trigésimo aniversario de su muerte, los cubanos se encontraban bajo una dieta consistente en una ración de cinco libras de arroz y una libra de frijoles por mes; cuatro onzas de carne dos veces al año; cuatro onzas de pasta de soja por semana; y cuatro huevos por mes.

La reforma agraria le quitó tierra al rico, pero se la dio a los burócratas, no a los campesinos. (El decreto fue redactado en la casa del Che.) En el nombre de la diversificación, el área cultivada fue reducida y la mano de obra disponible distraída hacia otras actividades. El resultado fue que entre 1961 y 1963, la cosecha se redujo a la mitad: apenas unos 3,8 millones de toneladas métricas. ¿Se justificaba este sacrificio por el fomento de la industrialización cubana? Desdichadamente, Cuba carecía de materias primas para la industria pesada, y, como una consecuencia de la redistribución revolucionaria, no contaba con una moneda sólida con la cual adquirirlas—o incluso adquirir los productos básicos. Para 1961, Guevara estaba teniendo que dar explicaciones embarazosas a los trabajadores en la oficina: "Nuestros camaradas técnicos en las compañías han producido una pasta dental... tan buena como la anterior; limpia exactamente lo mismo, a pesar de que después de un tiempo se vuelve una piedra." Para 1963, todas las esperanzas de industrializar a Cuba fueron abandonadas, y la revolución aceptó su rol de proveedora colonial de azúcar al bloque soviético a cambio de petróleo para cubrir sus necesidades y para revenderlo a otros países. Durante las tres décadas siguientes, Cuba sobreviviría en base a un subsidio soviético de más o menos entre $65 mil millones y $100 mil millones.

Habiendo fracasado como héroe de la justicia social, ¿merece Guevara un lugar en los libros de historia como un genio de la guerra de guerrillas? Su mayor logro militar en la lucha contra Batista—la toma de la ciudad de Santa Clara después de emboscar un tren con pesados refuerzos—es seriamente cuestionado. Numerosos testimonios indican que el conductor del tren se rindió de antemano, acaso tras aceptar sobornos. (Gutiérrez Menoyo, quien dirigía un grupo guerrillero diferente en esa área, está entre aquellos que han criticado la historia oficial de Cuba sobre la victoria de Guevara.) Inmediatamente después del triunfo de la revolución, Guevara organizó ejércitos guerrilleros en Nicaragua, la República Dominicana, Panamá, y Haití—todos los cuales fueron aplastados. En 1964, envió al revolucionario argentino Jorge Ricardo Masetti a su muerte al persuadirlo de que montase un ataque contra su país natal desde Bolivia, justo después de que la democracia representativa había sido restablecida en la Argentina.

Particularmente desastrosa fue la expedición al Congo en 1965. Guevara se alió con dos rebeldes—Pierre Mulele en el oeste y Laurent Kabila en el este—contra el desagradable gobierno congoleño, el cual era sostenido por los Estados Unido, por mercenarios sudafricanos y exiliados cubanos. Mulele había tomado posesión de Stanleyville antes de ser repelido. Durante su reinado de terror, tal como lo ha escrito V.S. Naipaul, asesinó a todos aquellos que podían leer y a todos los que vestían una corbata. Respecto del otro aliado de Guevara, Laurent Kabila, se trataba meramente de un perezoso y un corrupto por aquel entonces; pero el mundo descubriría en los años 90 que también él era una máquina de matar. En cualquier caso, Guevara se pasó gran parte de 1965 ayudando a los rebeldes en el este antes de abandonar el país de manera ignominiosa. Poco tiempo después, Mobutu llegó al poder e instaló una tiranía de décadas. (En los países latinoamericanos, de Argentina al Perú, las revoluciones inspiradas en el Che tuvieron el mismo resultado practico de reforzar el militarismo brutal durante muchos años.)

En Bolivia, el Che fue nuevamente derrotado, y por última vez. Malinterpretó la situación local. Una reforma agraria había tenido lugar unos años antes; el gobierno había respetado muchas de las instituciones de las comunidades campesinas; y el ejército era cercano a los Estados Unidos a pesar de su nacionalismo. "Las masas campesinas no nos ayudan en absoluto" fue la melancólica conclusión de Guevara en su diario boliviano. Aún peor, Mario Monje, el líder comunista local, quien no tenía estómago para una guerra de guerrillas tras haber sido humillado en los comicios, condujo a Guevara hacia una ubicación vulnerable en el sudeste del país. Las circunstancias de la captura del Che en la quebrada del Yuro, poco después de reunirse con el intelectual francés Régis Debray y el pintor argentino Ciro Bustos, ambos arrestados cuando abandonaban el campamento, fueron, como gran parte de la expedición boliviana, cosa de aficionados.

Guevara fue ciertamente audaz y corajudo, y rápido para organizar la vida en base a principios militares en los territorios bajo su control, pero no era un General Giap. Su libro La Guerra de Guerrillas enseña que las fuerzas populares pueden vencer a un ejército, que no es necesario aguardar a que se den las condiciones necesarias ya que un foco insurreccional puede provocarlos, y que el combate debe tener lugar principalmente en el campo. (En su receta para la guerra de guerrillas, reserva también para las mujeres el rol de cocineras y enfermeras.) Sin embargo, el ejército de Batista no era un ejército sino un corrupto manojo de matones carente de motivación y sin mucha organización; los focos guerrilleros, con la excepción de Nicaragua, terminaron todos en cenizas para los foquistas, y América Latina se ha vuelto urbana en un 70 por ciento en estas últimas cuatro décadas. Al respecto, también, el Che Guevara fue un cruel alucinado.

En las últimas décadas del siglo diecinueve, Argentina tenía la segunda tasa de crecimiento más grande del mundo. Hacia la década de 1890, el ingreso real de los trabajadores argentinos era superior al de los trabajadores suizos, alemanes, y franceses. Para 1928, ese país ocupaba el duodécimo lugar en el mundo en cuanto a su PBI per capita. Ese logro, que las siguientes generaciones arruinarían, se debió en gran medida a Juan Bautista Alberdi.

Al igual que Guevara, a Alberdi le gustaba viajar: caminó a través de las pampas y de los desiertos de norte a sur a los catorce años de edad, rumbo a Buenos Aires. Como Guevara, Alberdi se oponía a un tirano, Juan Manuel Rosas. Igual que Guevara, Alberdi tuvo la oportunidad de influir sobre un líder revolucionario en el poder—Justo José de Urquiza, quien derrocó a Rosas en 1852. Como Guevara, Alberdi representó al nuevo gobierno en giras mundiales, y murió en el exterior. Pero a diferencia del viejo y nuevo predilecto de la izquierda, Alberdi nunca mató una mosca. Su libro, Bases y puntos de partida para la organización de la República Argentina, fue la base de la Constitución de 1853 que limitó el Estado, abrió el comercio, alentó la inmigración y aseguró los derechos de propiedad, inaugurando de ese modo un periodo de setenta años de asombrosa prosperidad. No se entremetió en los asuntos de otras naciones, oponiéndose a la guerra de su país contra Paraguay. Su semblante no adorna el abdomen de Mike Tyson.


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Este trabajo fue originalmente publicado en inglés por la revista The New Republic bajo el titulo de The Killing Machine: Che Guevara, from Communist Firebrand to Capitalist Brand, en sus ediciones del 11 y 18 de julio de 2005. Traducido por Gabriel Gasave

Alvaro Vargas Llosa es Académico Asociado Senior del Centro Para la Prosperidad Global en The Independent Institute y editor de Lessons from the Poor.


martes, 26 de enero de 2010

EL SOCIALISMO ES PECADO



EL SOCIALISMO ES PECADO

Por: M. Montt


“…El décimo mandamiento, prohíbe también el socialismo porque inspira el deseo de adquirir las cosas ajenas por medios injustos y violentos.” 1


Las declaraciones de algunos católicos progresistas, a favor del socialismo, no dejan de sorprender. En el caos criteriológico moderno, no es raro oír afirmaciones que suponen que entre el socialismo y el catolicismo, sólo podría haber convergencia. Error avalado por la actitud ambigua, cuando no claramente favorable, de ciertas personalidades del mundo católico para con el socialismo y sus aliados de siempre.


¿Es posible ser socialista y auténtico católico? La respuesta la tiene SS. León XIII: “Socialismo religioso, socialismo cristiano, son términos contradictorios; nadie puede al mismo tiempo ser buen católico y socialista verdadero" A continuación, una explicación de por qué el socialismo fue condenado por la Iglesia, por qué es pecado y por qué un socialista no puede ser católico verdadero.


El socialismo fue condenado desde su comienzo por los romanos Pontífices Clemente XII, Benedicto XIV, Pio VI, Pio VII y León XIII y Pío IX debido a la incompatibilidad existente entre la doctrina católica y socialista:


“El socialismo niega toda obediencia. Predica la igualdad absoluta. Viola la unión del matrimonio. Ataca de raíz el derecho de propiedad. Atenta contra la vida de los gobernantes”. 2


Algunas consideraciones:


a) Con relación al Estado, la Iglesia afirma que, junto con existir una igualdad esencial en todos los hombres, existe una desigualdad social y jurídica. Asimismo, es un deber obedecer a toda autoridad legítima ya que ésta proviene de Dios. El socialismo, por otro lado, busca la igualdad en todos sus planos y niega la obediencia a una autoridad. Enseña que toda autoridad pública proviene del pueblo y se somete a las leyes que éste da a su antojo.


b) Con relación a la familia, la Iglesia enseña que el matrimonio es sagrado e indisoluble y declarado por Dios como principio para propagar y conservar la especie humana. También fue consolidado y santificado por Nuestro Señor Jesucristo quien le dio la condición de sacramento. De la misma manera, determina los deberes tanto de padres con hijos y viceversa, dándole a los padres la autoridad que proviene de Dios Nuestro Señor. Por el contrario, el socialismo no le da la condición sagrada al matrimonio y no lo considera indisoluble, lo que fácilmente generará aberraciones posteriormente.


c) Con relación a la propiedad privada, la Iglesia enseña que este principio es un derecho natural y que respetar la propiedad privada es un deber moral. Hay que tener en cuenta que la Iglesia no descuida a los pobres, mas bien, los asiste e impone como una obligación que los más ricos ayuden a los más pobres. El socialismo, por el contrario, ataca de raíz el derecho a la propiedad privada y se esfuerza para convertirlo en propiedad común.


Con respecto este último principio, el del respeto a la propiedad privada, se encuentra implícito el deseo de poseer lo que no es propio. El décimo mandamiento nos dice que no debemos codiciar los bienes ajenos ya que la codicia lleva a la violencia e injusticia. El principio de la abolición del derecho de la propiedad privada es un claro ejemplo de esta apetencia desordenada que es la codicia.


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1 Terceiro catesismo da Doutrina Crista”, XVIII edicao, 1953, Editora Vozes Ltda., Petropolis – p. 87



2 Encíclica Quod Apostolici Muneris, Papa León XIII








¿Qué es el Año Litúrgico?



¿Qué es el Año Litúrgico? Autor: P. Antonio Rivero

Fuente: www.es.catholic.net


¿Qué es el Año Litúrgico? La Iglesia celebra entero el misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y definitiva venida.

¿Qué es el Año Litúrgico? Se llama Año Litúrgico o año cristiano al tiempo que media entre las primeras vísperas de Adviento y la hora nona de la última semana del tiempo ordinario, durante el cual la Iglesia celebra el entero misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y definitiva venida, llamada la Parusía. Por tanto, el año litúrgico es una realidad salvífica, es decir, recorriéndolo con fe y amor, Dios sale a nuestro paso ofreciéndonos la salvación a través de su Hijo Jesucristo, único Mediador entre Dios y los hombres.


En la carta apostólica del papa Juan Pablo II con motivo del cuadragésimo aniversario de la constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia, del 4 de diciembre de 2003, nos dice que el año litúrgico es “camino a través del cual la Iglesia hace memoria del misterio pascual de Cristo y lo revive” (n.3).


El Año Litúrgico tiene dos funciones o finalidades:

a) Una finalidad catequética: quiere enseñarnos los varios misterios de Cristo: Navidad, Epifanía, Muerte, Resurrección, Ascensión, etc. El año litúrgico celebra el misterio de la salvación en las sucesivas etapas del misterio del amor de Dios, cumplido en Cristo.


b) Una finalidad salvífica: es decir, en cada momento del año litúrgico se nos otorga la gracia especifica de ese misterio que vivimos: la gracia de la esperanza cristiana y la conversión del corazón para el Adviento; la gracia del gozo íntimo de la salvación en la Navidad; la gracia de la penitencia y la conversión en la Cuaresma; el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte en la Pascua; el coraje y la valentía el día de Pentecostés para salir a evangelizar, la gracia de la esperanza serena, de la honestidad en la vida de cada día y la donación al prójimo en el Tiempo Ordinario, etc. Nos apropiamos los frutos que nos trae aquí y ahora Cristo para nuestra salvación y progreso en la santidad y nos prepara para su venida gloriosa o Parusía. En lenguaje más simple: el Año Litúrgico honra religiosamente los aniversarios de los hechos históricos de nuestra salvación, ofrecidos por Dios, para actualizarlos y convertirlos, bajo la acción del Espíritu Santo, en fuente de gracia divina, aliento y fuerza para nosotros:


En Navidad. Se conmemora el nacimiento de Jesús en la Iglesia, en el mundo y en nuestro corazón, trayéndonos una vez más la salvación, la paz, el amor que trajo hace más de dos mil años. Nos apropiamos de los mismos efectos salvíficos, en la fe y desde la fe. Basta tener el alma bien limpia y purificada, como nos recomendaba san Juan Bautista durante el Adviento.


En la Pascua. Se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús, sacándonos de las tinieblas del pecado a la claridad de la luz. Y nosotros mismos morimos junto con Él, para resucitar a una nueva vida, llena de entusiasmo y gozo, de fe y confianza, comprometida en el apostolado.


En Pentecostés. Se conmemora la venida del Espíritu Santo, para santificar, guiar y fortalecer a su Iglesia y a cada uno de nosotros. Vuelva a renovar en nosotros el ansia misionera y nos lanza a llevar el mensaje de Cristo con la valentía y arrojo de los primeros apóstoles y discípulos de Jesús.


Gracias al Año Litúrgico, las aguas de la redención nos cubren, nos limpian, nos refrescan, nos sanan, nos curan, aquí y ahora. Continuamente nos estamos bañando en las fuentes de la salvación. Y esto se logra a través de los sacramentos. Es en ellos donde celebramos y actualizamos el misterio de Cristo. Los sacramentos son los canales, a través de los cuales Dios nos da a sorber el agua viva y refrescante de la salvación que brota del costado abierto de Cristo.


Podemos decir en verdad que cada día, cada semana, cada mes vienen santificados con las celebraciones del Año Litúrgico. De esta manera los días y meses de un cristiano no pueden ser tristes, monótonos, anodinos, como si no pasara nada. Al contrario, cada día pasa la corriente de agua viva que mana del costado abierto del Salvador. Quien se acerca y bebe, recibe la salvación y la vida divina, y la alegría y el júbilo de la verdadera liberación interior.


El Año Litúrgico, ¿cuántos ciclos tiene?

Tiene dos:Ciclo temporal cristológico: en torno a Cristo. Ciclo santoral: dedicado a la Virgen y los santos.


A su vez, el ciclo temporal cristológico tiene dos ciclos:


El ciclo de Navidad, que comienza con el tiempo de Adviento y culmina con la Epifanía.


El ciclo Pascual, que se inicia con el miércoles de ceniza, Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual y culmina con el domingo de Pentecostés.


El ciclo de Navidad: comienza a finales de noviembre o principio de diciembre, y comprende: Adviento, Navidad, Epifanía.


Adviento: tiempo de alegre espera, pues llega el Señor. Las grandes figuras del Adviento son: Isaías, Juan el Bautista y María. Isaías nos llena de esperanza en la venida de Cristo, que nos traerá la paz y la salvación. San Juan Bautista nos invita a la penitencia y al cambio de vida para poder recibir en el alma, ya purificada y limpia, al Salvador. Y María, que espera, prepara y realiza el Adviento, y es para nosotros ejemplo de esa fe, esperanza y disponibilidad al plan de Dios en la vida. En el hemisferio sur sintoniza bien el Adviento, pues el trabajador espera el aguinaldo, el estudiante espera los buenos resultados de su año escolar, la familia espera las vacaciones, el comerciante espera el balance, todos esperamos el año nuevo... es tiempo y mes de espera. Y además, estamos en pleno mes de María.

¿Qué color se usa en el Adviento? Morado, color austero, contenido, que invita a la reflexión y a la meditación del misterio que celebraremos en la Navidad. No se dice ni se canta el Gloria, estamos en expectación, no en tiempo de júbilo. Durante el Adviento se confecciona una corona de Adviento; corona de ramos de pino, símbolo de vida, con cuatro velas (los cuatro domingos de Adviento), que simbolizan nuestro caminar hacia el pesebre, donde está la Luz, que es Cristo; indica también nuestro crecimiento en la fe, luz de nuestros corazones; y con la luz crece la alegría y el calor por la venida de Cristo, Luz y Amor.

Navidad: comienza el 24 de diciembre en la noche, con la misa de Gallo y dura hasta el Bautismo de Jesús inclusive. En Navidad todo es alegría, júbilo; por eso el color que usa el sacerdote es el blanco o dorado, de fiesta y de alegría. Jesús niño sonríe y bendice a la humanidad, y conmueve a los Reyes y a las naciones. Sin embargo, ya desde su nacimiento, Jesús está marcado por la cruz, pues es perseguido; Herodes manda matar a los niños inocentes, la familia de Jesús tiene que huir a Egipto. Pero Él sigue siendo la luz verdadera que ilumina a todo hombre.


Epifanía: el día de Reyes es la fiesta de la manifestación y revelación de Dios como luz de todos los pueblos, en la persona de esos reyes de Oriente. Cristo ha venido para todos: Oriente y Occidente, Norte y Sur, Este y Oeste; pobres y ricos; adultos y niños; enfermos y sanos, sabios e ignorantes.


El ciclo Pascual comprende Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual, y Tiempo Pascual.


Cuaresma: es tiempo de conversión, de oración, de penitencia y de limosna. No se dice ni se canta el Gloria ni el Aleluya. Estos himnos de alegría quedan guardados en el corazón para el tiempo pascual. Se aconseja rezar el Via Crucis cada día o, al menos, los viernes, para unirnos a la pasión del Señor y en reparación de los pecados.


Semana Santa y Triduo Pascual: tiempo para acompañar y unirnos a Cristo sufriente que sube a Jerusalén para ser condenado y morir por nosotros. Es tiempo para leer la pasión de Cristo, descrita por los Evangelios, y así ir sintonizando con los mismos sentimientos de Cristo Jesús, adentrarnos en su corazón y acompañarle en su dolor, pidiéndole perdón por nuestros pecados. Estos días no son días para ir a playas ni a diversiones mundanas. Es una Semana Santa para vivirla en nuestras iglesias, junto a la comunidad cristiana, participando de los oficios divinos, rezando y meditando los misterios de nuestra salvación: Cristo sufre, padece y muere por nosotros para salvarnos y reconciliarnos con su Padre y así ganarnos el cielo que estaba cerrado, por culpa del pecado, de nuestro pecado.


Tiempo Pascual: tiempo para celebrar con gozo y alegría profunda la resurrección y el tiempo del Señor. Es la victoria de Cristo sobre la muerte, el odio, el pecado. Dura siete semanas; dentro de este tiempo se celebra la Ascensión, donde regresa Cristo a la casa del Padre, para dar cuenta de su misión cumplida y recibir del Padre el premio de su fidelidad. En Pentecostés, la Iglesia sale y se hace misionera, llevando el mensaje de Cristo por todo el mundo.

El ciclo Santoral está dedicado a la Virgen y a los santos:


Cada uno de los Santos es una obra maestra de la gracia del Espíritu Santo. Así dijo el papa Juan XXIII en la alocución del 5 de junio de 1960. Por eso, celebrar a un santo es celebrar el poder y el amor de Dios, manifestados en esa creatura.

Los santos ya consiguieron lo que nosotros deseamos. Este culto es grato a Dios, pues reconocemos lo que Él ha hecho con estos hombres y mujeres que se prestaron a su gracia. “Los santos, –dirá san Atanasio- mientras vivían en este mundo, estaban siempre alegres, como si siempre estuvieran celebrando la Pascua” (Carta 14).


Este culto también es útil a nosotros, pues serán intercesores nuestros en el cielo, para implorar los beneficios de Dios por Cristo. Son bienhechores, amigos y coherederos del Cielo. Así lo expresó san Bernardo: “Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. La veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte deseo” (Sermón 2).


Tenemos que venerarlos, amarlos y agradecer a Dios lo que por ellos nos viene de Dios. Son para nosotros modelos a imitar. Si ellos han podido, ¿por qué nosotros no vamos a poder, con la ayuda de Dios?


Sobre todos los santos sobresale la Virgen, a quien tenemos que honrar con culto de especial veneración, por ser la Madre de Dios. Ella es la que mejor ha imitado a su Hijo Jesucristo. Además, Cristo, antes de morir en la cruz, nos la ha regalado como Madre.