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viernes, 30 de julio de 2010

Comunicado de la Asamblea del Consejo Nacional de Laicos


Comunicado de la Asamblea del Consejo Nacional de Laicos a la opinión pública nacional

1.- Nosotros, laicos católicos del País, representantes del Consejo Nacional de Laicos de Venezuela y de los Consejos Diocesanos de Laicos, reunidos en Asamblea en Caracas, agradecemos a Dios por el testimonio valiente de fe y de amor de nuestros Pastores, al mismo tiempo que, en comunión con ellos, reafirmamos nuestro compromiso cristiano para obrar movidos por el mensaje de Jesús, y no por otros intereses, dispuestos a denunciar sin miedo todo aquello que va contra los valores evangélicos, que viola la dignidad humana y sus irrenunciables derechos, y a anunciar con entusiasmo, como los primeros cristianos - no obstante las persecuciones, más aún, orgullosos de ellas porque nos asemejan al Maestro - el mensaje del amor.

2.- En consecuencia, queremos alzar nuestra voz en solidaridad con la Conferencia Episcopal Venezolana, su directiva, y en particular con Su Eminencia el Cardenal Jorge Urosa Savino, injustamente denigrados por señalar problemas y verdades que, no sólo ellos, sino también la gran mayoría de los venezolanos sentimos. Además de que no deben renunciar a su vocación y misión de Pastores de la Iglesia, ejercen el derecho constitucionalmente amparado como ciudadanos venezolanos, a la libre expresión de su pensamiento. Rechazamos igualmente las injustas agresiones, por parte de altos personeros del Gobierno, a personas e instituciones, hiriendo inclusive el sentimiento religioso de diversas confesiones y comunidades.

3.- Apoyamos y nos adherimos plenamente a cuanto nuestros Obispos han declarado en la Carta Pastoral con motivo del Bicentenario de la Independencia de la República y en su última exhortación emanada de la reciente XCIV Asamblea Plenaria Ordinaria. Reafirmamos el amor a nuestra Madre la Iglesia, al Santo Padre Benedicto XVI y a su Representante Pontificio en Venezuela, quienes también han sido irrespetados.

4.- Por encima del clima de división, violencia, agresión y hasta odio, las palabras de Jesús nos iluminan y nos llenan de fortaleza y esperanza: Bienaventurados los pacíficos, los que tienen sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los perseguidos… (cf. Mt. 5,1-12) y con Él, pedimos para todos aquellos que nos están ofendiendo y haciendo sufrir: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc. 23,34).

5.- Anhelamos un País en el que se respire un nuevo aire de entendimiento y reconciliación; en el que sean posibles el diálogo, la confianza, la seguridad, la paz, pero ello no será realizable si no lo construimos todos juntos, en el respeto mutuo, en la sinceridad, en la verdad, en la búsqueda del bien común. "Sentimos que Dios y la Patria nos llaman e interpelan, en primer término, a colaborar en la construcción o más bien reconstrucción material y espiritual de la República en un clima de solidaridad y convivencia, que incluya a todos y en la que todos tengamos vida en libertad". (Carta Pastoral CEV, Bicentenario, 12.01.2010, N.28). Reiteramos, por ello, nuestro compromiso, de palabra y de obra, a involucrarnos en los destinos de la Patria. Soñamos y pretendemos que se respete el derecho de los ciudadanos a pronunciarnos sobre políticas que, en lugar de ser presentadas para debate y decisión ante la nación, van siendo aplicadas con el ejercicio indiscriminado del poder sin considerar a quienes directamente nos afectan.

6.- Este año electoral es una ocasión para salir de la apatía, superar el desaliento y ejercer, libremente, nuestro derecho al voto, revisando las propuestas de fondo de los candidatos que los distintos partidos políticos nos ofrecen, porque nuestra participación activa y consciente tendrá consecuencias en el futuro inmediato. Por ello, nos comprometemos a hacer cuanto esté a nuestro alcance para crear en nuestros propios ambientes las condiciones de participación más favorables, sobre la base del diálogo y el respeto mutuos.

7.- Necesitamos pues, más que nunca, crear y reforzar nuestros lazos de fraternidad, de unidad, con todas las personas de buena voluntad, compartiendo las alegrías y los dolores, las tristezas y esperanzas, los temores y las ilusiones de nuestros hermanos, especialmente los más pobres, y buscar juntos soluciones a los verdaderos problemas que aquejan al País, que día a día ve truncado el futuro de tantos venezolanos. En las actuales circunstancias, y contra la campaña de amedrentamiento, que tiene como objetivo generar tristeza y pasividad y lleva a la desesperanza - sentimientos que son ajenos a nuestra fe - se nos presenta una oportunidad para involucrarnos todos, como Iglesia, en la campaña para fortalecer la esperanza. Dios, el Señor de la historia, no abandona a su pueblo.

8.- Confiamos a nuestra Madre, la Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela, nuestras preocupaciones y esperanzas, pidiéndole que interceda ante su Hijo para que nos conceda el don del discernimiento, vigorice nuestra fe y nuestra esperanza y nos inunde con su paz. Para ello, invitamos a todos los laicos del país a intensificar la oración y la reflexión, así como a organizar una jornada nacional en torno a María, en su fiesta, el próximo 11 de septiembre.

Caracas, 18 de julio de 2010



miércoles, 28 de julio de 2010

Tiempo de definiciones


Tiempo de definiciones
Por: Marco A Di Rupo B



“He emitido opiniones con seriedad, expuesto a equivocarme, pero no he dicho mentiras. Mentir es decir algo que uno sabe falso como si fuera verdad. Opinar es emitir una apreciación con un margen de error. Con humildad pero con dignidad afirmo que no soy mentiroso”. Cardenal Jorge Urosa Sabino. Arzobispo de Caracas
La polémica suscitada en estos días entre el alto gobierno y la Iglesia Católica por las declaraciones del Cardenal Jorge Urosa Sabino, desde mi modesto punto de vista, ha sido beneficiosa tanto para los fieles católicos como para la sociedad venezolana en su conjunto. Monseñor Urosa ha expuesto sin vaguedades ni ambivalencias, la posición de la Iglesia venezolana con respecto al rumbo por el cual se pretende encausar los destinos de nuestra patria. Sin nada que temer, nuestros obispos en la persona del cardenal, nos alertan sobre los peligros que se ciernen sobre el modo de vida democrático que hasta ahora hemos llevado. Los últimos documentos emanados de la Conferencia Episcopal Venezolana: la Carta Pastoral sobre el Bicentenario de la Declaración de Independencia de la República y la Exhortación de la XCIV Asamblea Plenaria Ordinaria, han puesto sobre el tapete esta realidad, no con ánimos de confrontación sino como manifestación de una genuina preocupación por parte de nuestros obispos con respecto al futuro de la patria. Lo hacen porque es su derecho como venezolanos y su deber como pastores.

El comunismo en su versión tropical de socialismo del siglo XXI, ya no es una idea lejana o una realidad ajena a la cotidianidad del venezolano, sino la prédica cercana y los hechos actuales con los que se topa a diario. Las expropiaciones, las limitaciones a la libertad de expresión, los presos políticos, el asedio a la propiedad privada, la ideologización de la educación, los ataques a la Iglesia, el abuso de poder, definen claramente la tendencia totalitaria del actual régimen. Aunado a ésto tenemos a la vista, las lacras que vienen a ser las características de todo sistema comunista: ausencia de estado de derecho, la no independencia y separación de los poderes, la corrupción, la tergiversación de la historia, la exaltación mesiánica del líder, ineptitud en la gerencia publica, violencia institucionalizada, el acoso judicial y tributario y un largo etcétera. En este orden de ideas es donde debemos colocar las declaraciones del Sr. Cardenal Urosa Sabino, su posterior comparecencia en la Asamblea Nacional y los documentos recientes de la Conferencia Episcopal. En ellos se manifiesta la oposición activa de la Iglesia contra un proyecto de país que se propone como fin, entre otras cosas, la instauración de un socialismo de corte marxista-leninista.

La Iglesia Católica es anterior a cualquier partido político y trasciende a toda ideología. Como institución no tiene partido pero tiene el derecho y el deber de proponernos, primeramente a los fieles y luego a la sociedad en su conjunto, los principios éticos y morales que deben regir el orden social, sin que esto signifique mandar a votar por tal o cual candidato o partido.
“Quien les escucha a ustedes, me escucha a mí; quien les rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado." Lc. 10,16.
 Con sus recientes intervenciones nuestros obispos nos recuerdan que la Iglesia es Madre y Maestra y como tal debe iluminar la realidad nacional desde la perspectiva del evangelio. En relación al pueblo cristiano-católico ese doble oficio (maternal y magisterial) la lleva a despertar las conciencias adormecidas, a corregir, a exhortar, animar y educar a sus fieles en los valores cristianos. Salvando diferencias religiosas, culturales, políticas y sociales, los planteamientos de la jerarquía católica ante la situación nacional, parten de principios que emanan de la ley natural, grabados por Dios en el corazón del hombre y comunes a todos.

A la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, el comunismo y el socialismo en todas sus subespecies (aún ese engendro que llaman socialismo-cristiano), son incompatibles con la fe cristiana. ¿Por qué? Por su errada concepción del universo y del hombre, que alcanza y afecta a dos instituciones que son pilares de la civilización cristiana: el derecho de propiedad y la familia. Es negador de la libertad y por lo tanto de los derechos humanos, profundiza la exclusión étnica, política, social y económica; impone una ideología; obstaculiza de muchas formas la enseñanza de la religión en las escuelas; niega el derecho inalienable de los padres de familia a escoger el tipo de educación que, de acuerdo a sus convicciones, quieran para sus hijos; no busca el bien común sino concretar el proyecto unilateral y totalitario de un hombre y el provecho de sus partidarios; no combate la violencia, la injusticia institucionalizada, la discriminación política, la corrupción pública, y no trae nada creíble en favor de los más necesitados. Porque promueve en esencia, el odio, las divisiones, la lucha de clases, la guerra y el irrespeto por los Derechos Humanos y ataca directamente a la Iglesia Católica tanto en su jerarquía como en sus fieles.

Por eso el llamado de alerta de la Iglesia es para todos, debemos respaldar con nuestros votos el próximo 26 de septiembre, las virtudes humanas y cristianas, el respeto a los demás, la tolerancia, el diálogo, la verdad, la honestidad, la fidelidad a Dios y a la Patria, y el amor por la familia. Votando como católicos conscientes, demostramos con hechos nuestro espíritu de servicio a los demás y defendemos la dignidad de la persona humana, promoviendo la libertad y la democracia. Los cristianos-católicos debemos poner nuestro grano de arena para que se garantice la vigencia del estado de derecho exigiendo la aplicación de la ley, sin excepción de personas o de cargos y el respeto a la forma democrática de gobierno. Actuando así, demostraremos nuestra autonomía intelectual y moral frente a la demagogia izquierdista y los abusos del poder.

Al principio de este artículo afirmábamos que la polémica Iglesia-gobierno es beneficiosa, y lo es porque emplaza sin ambigüedades a todo católico a una gran definición: ser socialista o ser cristiano, ser chavista o ser católico, seguir la voz de Dios en su Iglesia o la de un hombre y sus caprichos. A muchos de nuestros hermanos quizás les cueste aceptar esto: que por encima de la propia vida, de la familia, de la patria, de la parcialidad política, están Cristo y su Iglesia y que si nos consideramos hombres y mujeres de fe debemos ser coherentes en nuestro actuar con las exigencias de la religión que decimos profesar, apartar el miedo, la pusilanimidad, la comodidad y los fanatismos particulares, con el fin de establecer los valores evangélicos en la sociedad en la cual vivimos. Ya para finalizar es bueno recordar las palabras de León XIII:
 
“Socialismo religioso, socialismo cristiano, son términos contradictorios; nadie puede al mismo tiempo ser buen católico y socialista verdadero"


miércoles, 14 de julio de 2010

DEMOCRACIA Y PARTICIPACIÓN: COMPROMISO DE TODOS


Exhortación de la Conferencia Episcopal Venezolana en la XCIV Asamblea Plenaria Ordinaria


DEMOCRACIA Y PARTICIPACIÓN: COMPROMISO DE TODOS

1. Reunidos en la 94° Asamblea Ordinaria del Episcopado venezolano, en el marco de la aplicación del Concilio Plenario de Venezuela y la realización de la Misión Continental, los Arzobispos y Obispos, como hermanos y pastores de la Iglesia, en fidelidad al Evangelio, compartimos las angustias y tristezas del pueblo, sus alegrías y esperanzas, mostrándoles a Jesucristo, único camino de salvación, y contribuyendo a iluminar las conciencias ante las próximas elecciones parlamentarias.

Venezuela: casa de todos.

2. La gran mayoría de nuestro pueblo aspira a que Venezuela sea una "casa común", como soñaron los fundadores de la República: amplia, acogedora, tolerante, pacífica y fraterna. Una gran familia que cultive la libertad y el respeto, con un proyecto de país donde quepamos todos y sean respetados plenamente los derechos humanos. Un país que se construya sobre los valores de la paz, la justicia y la verdad, para dejarlo como herencia a las nuevas generaciones. Nuestro pueblo anhela un clima de entendimiento, y reconciliación. Aspira a vivir en un ambiente de armonía, confianza, seguridad y esperanza. Esto sólo lo puede obtener en la medida en que todos trabajemos para alcanzarlo.

3. Necesitamos cultivar el diálogo sereno, como medio necesario para una auténtica convivencia ciudadana, "fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: la dignidad de la persona humana, el respeto de los derechos del hombre, la asunción del bien común como fin y criterio regulador de la vida política" (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 407). Es preciso aprender de nuevo a compartir como ciudadanos, a preocuparnos por la entera comunidad nacional, debatiendo entre todos los sectores y resolviendo juntos los problemas en todas las instancias nacionales, regionales, municipales y vecinales.

4. Contradice estos anhelos el clima de violencia y corrupción que reina en muchas esferas de la vida del país, que se ha puesto de manifiesto sobre todo en la inseguridad, las muertes violentas, tanto en la calle como en las cárceles y la escandalosa pérdida de alimentos y medicamentos.

5. La polarización ideológico-política de diversos actores no contribuye a la creación de un ambiente favorable. De los altos mandatarios y de los funcionarios se espera que en sus declaraciones den ejemplo del respeto que merecen todos los ciudadanos. Rechazamos las reiteradas e injustas agresiones por parte del Presidente de la República a personas e instituciones, hiriendo inclusive el sentimiento religioso de diversas confesiones. En tal sentido, unidos al pueblo cristiano, expresamos nuestra solidaridad con el Señor Cardenal, Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas.

6. El pueblo desea vivir en democracia, en estado de derecho, con participación real de todos, en un clima de justicia social y libertad. Así lo decidió en el referendo del 2 de diciembre de 2007. Por eso es absolutamente inaceptable la imposición de un "Estado socialista" que se inspira en el régimen comunista cubano y se ha venido concretando a través de leyes y hechos que desconocen la voluntad popular y la Constitución vigente. Ese proyecto "no sólo toca el tejido material y organizativo del cuerpo social, sino también, y sobre todo, afecta el fondo íntimo, espiritual, del alma nacional" (Carta Pastoral del episcopado venezolano sobre el Bicentenario de la Declaración de Independencia de la República, del 15/01/2010, 20).

Ante las próximas elecciones parlamentarias.

7. De acuerdo a la Constitución (cf Título V, Cap. I), la Asamblea Nacional ha de ser el órgano que promueva, reciba y apruebe las iniciativas legislativas a favor del bien común, a través de procedimientos que garanticen la participación de los sectores de la comunidad interesados en la materia. Debe ser también un órgano de ejercicio real y efectivo de control de la Administración Pública, que vele por el uso correcto de los recursos y por el desarrollo de una gestión que satisfaga los objetivos democráticamente definidos. Estas funciones hacen de ella una instancia insustituible en una democracia.

8. La Asamblea Nacional ha de representar al pueblo, en toda su diversidad política y regional, garantizando el estado de derecho. A diferencia del Poder Ejecutivo, está estructuralmente llamada a recibir en su seno posturas políticas divergentes, siendo representativa de todos los sectores y pensamientos. Ha de reflejar y concretar el ideal expresado en el artículo 2 de la Carta Magna: "Venezuela se constituye en un Estado Democrático y social de derecho y de justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político".

9. Ante la necesidad de garantizar el fortalecimiento de nuestra democracia, consideramos de fundamental importancia las venideras elecciones parlamentarias. Ellas son una invalorable oportunidad para ratificar nuestra fe en la auténtica soberanía del pueblo, con espíritu de apertura a la pluralidad de pensamientos, ideas y acciones. Exhortamos a la ciudadanía a comprometerse activamente en la elección de los Representantes a la Asamblea Nacional, a través del ejercicio libre, consciente y responsable del voto el próximo 26 de septiembre. Votar es un compromiso de todos, un grave deber de conciencia ciudadano y cristiano.

Conclusión.

10. Los venezolanos hemos de tener esperanza y confianza. Si grandes son los obstáculos que se han de vencer, mayores deben ser los esfuerzos por la reconciliación, la paz y la solidaridad, especialmente con los más pobres. Para esto contamos con la fuerza de nuestra libertad y el auxilio del Señor Jesucristo, quien nos invita a que todos seamos uno, como el Padre y Él son uno (cf Jn 17, 21).

11. Confiados en la maternal protección de la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto, invitamos a todos los creyentes a orar por los destinos de nuestra patria e impartimos con especial afecto la bendición de Dios Todopoderoso.

Firman los Arzobispos y Obispos de Venezuela.

Caracas, 12 de julio de 2010.