Decálogo para el matrimonio
Los Diez Mandamientos del Matrimonio.
1. Amarás en sus cuatro dimensiones.
- Dimensión afectiva.
- Dimensión espiritual
- Dimensión de amistad.
- Dimensión sexual.
2. Respetarás a tu cónyuge. El respeto se pierde por:
- La palabra.
- El silencio (silencios que matan)
- Los gestos: (cuando se llega a gestos violentos, se acaba el matrimonio).
3. Te comunicarás con tu cónyuge. Saber escuchar y hablar. No es mera charla, sino sacar todo lo que hay en el interior.
4. Te desvivirás en detalles para con tu cónyuge (esa flor, ese gesto, esa palabra que sabes que le gusta).
5. Cultivarás el sentido del humor. La vida no es una comedia, pero tampoco una tragedia. Es un drama, con cosas buenas y malas.
6. Regalarás a tu cónyuge un día de paseo al mes, los dos solos, sin los hijos.
7. Vivirás el matrimonio no como una meta, sino como un camino. Si lo consideras una meta es como decir "ya llegué", entonces ya todo terminó, me canso, me aburro, me apoltrono y termino con otra.
8. No sacarás los agravios, defectos y fallos a cada rato. Lo pasado, pisado.
9. Sabrás perdonar, incluso la infidelidad.
10. Confiarás en tu cónyuge. Los celos matan el matrimonio.
Estos Diez Mandamientos deben sustentarse en Dios, sino son muy difíciles de cumplir.
Decálogo para ser fiel
1) Reflexionar en lo sagrado del matrimonio a los ojos de Dios. Es una camino de realización personal y es sagrado porque viene de Dios, y lo que Dios quiere es siempre bueno. Es sagrado porque Cristo lo elevó a sacramento. Es el símbolo del amor de Dios a la humanidad. Es muy provechoso leer la carta a los Efesios.
2) Estar dispuesto a dar y a recibir. Cada uno tiene un tesoro que debe estar dispuesto a compartir con el otro, cada uno tiene características propias que debe poner al servicio del otro. La mujer es más intuitiva, generosa, delicada, tierna, con más tacto. El hombre es más pragmático, racional, firme. Mutuamente deben compenetrarse y complementarse en las carencias de cada uno. Hay que dar y recibir. Si sólo damos, nos vaciamos; si sólo recibimos, somos egoístas. El amor es dar y recibir.
3) Desvivirse en detalles para con el otro. El detalle es la esencia, el extracto del amor. ¨Dime qué detalles tienes con tu esposo/a y te diré cómo es tu amor¨.
Detalles que una mujer pediría a su esposo:
• No te quejes de estar agotado por el trabajo
• No interrumpas mi conversación mientras estoy hablando
• Después de una discusión no pases tres días sin hablarme, enojado
• No me recuerdes continuamente mis faltas pasadas
• De vez en cuando dime que me encuentro linda, agradable
• Durante el desayuno, la cena préstame atención que no soy una pared
• Háblame un poco de lo que vas a hacer, aunque sea trivial
• Preocúpate por tus hijos cuando llegas a casa
• Colabora en las tareas de la casa
• Algún día en especial llévame a cenar fuera
• Dame un beso al despedirte
Detalles que un esposo pediría a su mujer:
• Llena mis tiempos de descanso con calma y sosiego y háblame de los gastos en momento oportuno
• Gasta menos, sé más económica
• De vez en cuando elógiame, elogia mi carrera pues ¨mi triunfo es también tuyo¨
• Nunca compares nuestro matrimonio con otros
• Sé oportuna cuando tengas que corregirme y nunca delante de nuestros hijos y amigos
• No te quejes por todo ni discutas por tonterías
• No rechaces sistemáticamente mis programas de televisión, mis gustos
4) Respetar las características del otro. No podemos cambiar las características del otro, al contrario, debemos enriquecernos de ellas. El otro es distinto de ti, por lo tanto respétalo. El respeto significa: capacidad de perdonar, apertura, no estar viendo los defectos del otro, comprensión. El respeto se puede quebrar de tres maneras: con la palabra (dura, grosera, soez), por actos (agresión física) o con gestos (caras largas, desprecios, silencios elocuentes). Hay que saber ver las virtudes del otro y halagarlas.
5) Evitar discusiones innecesarias. Las discusiones innecesarias desunen y destruyen la armonía familiar. No se debe discutir, se debe analizar. Con las discusiones se ganan enfados, nervios, malos ejemplos a los hijos, visitas al psicólogo o al psiquiatra.
6) Superar el pasado para no volver las páginas de agravios del otro. ¨Fuiste, me hiciste, dejaste de hacer, te lo decía¨, son frases de reproche. Lo pasado hay que perdonarlo con grandeza de alma. Sobre el pasado se debe construir un futuro de amor y perdón. Si se sacan continuamente los agravios, la herida no cura, no cicatriza, sigue supurando y termina con tensiones.
7) Dominar la tendencia a controlar, vigilar al cónyuge. ¨¿Qué hiciste, con quién estuviste?¨. El matrimonio tiene que tener como base la confianza en el otro. Si continuamente se desconfía del cónyuge, se tiene miedo a la infidelidad, se vive con celos, ese matrimonio es un tormento. El cónyuge no debe ser nunca policía del otro cónyuge, sino compañero y amigo.
8) Cultivar el sentido del humor. El buen humor oxigena al matrimonio. La vida no es una tragedia ni tampoco una comedia, es un drama con cosas buenas y malas. El humor logra un buen nivel de higiene mental. La persona sin humor se vuelve suspicaz, malhumorado, susceptible. El buen humor hace crecer en armonía y calma el matrimonio.
9) Gratifica a tu esposo/a con un día azul y cada año con un buen regalo. Hay que romper la monotonía, la rutina. Hay que salir a pasear con la esposa e hijos, llevarlos a comer a algún lado, regalarles algo sorpresivamente sin tener que esperar a cumpleaños, aniversarios, etc.
10) Integrar todos los aspectos del amor (afectivo, amistoso, sexual, espiritual).
Afectivo: el amor afectivo comunica ternura ¿Qué es la ternura? Es ese meterse en el estado de ánimo del otro, compartir ese ánimo ¿Cómo es posible que el esposo/a no se de cuenta que el otro cónyuge está enfermo, triste? ¿Por qué? La ternura se acerca al alma para dar comprensión al otro, es altruista, es deseo de comprensión, de aceptación del otro. En cambio la sensualidad es egoísta, busca su propio placer, su propio interés de goce. El amor afectivo en el matrimonio se manifiesta a través de una caricia noble, una sonrisa. Es desinteresado.
Sexual: el sexo es un instrumento que ha puesto Dios para dos finalidades: procrear (comunicar vida) y para crecer en el amor, en la entrega dentro del matrimonio. De esta manera el sexo se convierte en un lenguaje interior profundo con el ansia de transmitir al otro lo que somos. Es la entrega de toda la persona, si no se da esto, es pura satisfacción. La pornografía distorsiona el sentido del sexo. El cuerpo no es un bien de consumo, es instrumento de diálogo profundo de dos personas. Freud dijo: ¨todos los males que nos acontecen nos vienen por reprimir al sexo¨ y aconseja darse el gusto. Es evidente que esta afirmación no es cierta. Pero a su vez la Iglesia tiene su regla sobre la vida sexual la cual debe ser: serena, equilibrada, sana y dentro de los cauces de la dignidad humana. El sexo dentro de la pareja, del noviazgo no debe ser lo más importante, lo único. Si estas relaciones comienzan así van por mal camino ya que divinizan, entronizan al sexo. El sexo es un medio para el fin que ya explicamos antes. Convertir el sexo en un fin en sí mismo es un error.
Amistoso: amar al otro como persona, respetarlo como tal. Encontrar en el otro un otro yo con el cual compartir alegrías, tristezas, gozos, dudas. Es el amor que de da al otro en la intimidad de la persona. Una persona digna a la que nos damos, nos revelamos. Amar al otro buscando, queriendo, protegiendo, defendiendo el bien del otro. El amor de amistad dice: yo te quiero porque eres tú, te hago feliz porque te quiero, mientras que el egoísta dice: me haces feliz porque me satisfaces. El egoísmo es el gusano del amor. Tener un amigo es tener un tesoro, quien lo encuentre que no lo pierda. Es un amor firme cuando estamos débiles, alegre cuando estamos tristes. Cristo es nuestro mejor amigo, luego debe seguir el cónyuge con el cual vamos a compartir nuestra existencia.
Espiritual: amar al otro porque es hijo de Dios, es hermano en Cristo y tenemos que amarlo con las mismas características del amor divino: con amor de perdón, abierto, que anima, que reparte todo lo que tiene, que sabe ver detrás no sólo al esposo/a sino a un hijo de Dios. Dios ama a todos con amor espiritual y lo trajo a la humanidad a través de Cristo para que así podamos amarlo mejor y amar a los hombres por amor a Dios. Este amor se aumenta con oración y sacramentos. Quien más ora, más amor espiritual tendrá. Si no se da esta dimensión espiritual, las otras dimensiones se caen.
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