¿Salvado de una vez y para siempre...?
!no lo creas!
Por Marco A Di Rupo B
"No todo el que me diga: ‘Señor, Señor', entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial." Mateo 7:21
La doctrina protestante (sobre todo en las sectas fundamentalistas) enseña que en lo que concierne a la salvación personal lo único que debemos hacer es: aceptar, por medio de un acto (muy simple por cierto) de fe a Cristo Jesús como nuestro Señor y Salvador. Así, mientras realmente lo creas, la salvación estará garantizada de por vida. Haciendo éste compromiso una sola vez en la vida, lo que hagamos después, no importa, ¡ya somos salvos! Podemos tener la certeza de que cuando llegue la muerte, moriremos “salvos”. Para esta creencia, una vez que hacemos esto, es imposible perder la salvación. Quizás vivamos luego vidas ejemplares, pero esto no es determinante. No importa lo que suceda después, no interesa cuán pecaminosamente vivamos lo que nos quede de vida: nuestra salvación está asegurada.
Ninguna obra mala o buena afecta la salvación; esta no depende del estado de nuestras almas o de las consecuencias de los pecados que cometamos. Ser miembro de la verdadera Iglesia, el recibir los Sacramentos, observar las obligaciones religiosas y los mandamientos, la ortodoxia en la fe, ir a la iglesia, orar, leer la Biblia, etc., nada de esto coopera con la salvación. Puede que seamos castigados en esta vida por nuestros pecados, pero de ningún modo perderemos la salvación. Tal seguridad la fundamentan básicamente en los siguientes pasajes bíblicos citados fuera de contexto: "Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo." Romanos 10:9 y "Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará." Romanos 10:13 al mismo tiempo estos versos son asociados al hecho de “aceptar a Cristo” para "renacer". Su idea de lo que es el nuevo nacimiento se convierte en una necesidad para ser salvo. Identifican “nacer de nuevo” con "aceptar a Jesucristo como su único Salvador". Para nada hacen referencia a el Bautismo como sacramento necesario para la salvación "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Jn. 3:5). No solo del “espíritu” sino también del “agua”.
En mi modesta opinión, esa forma de pensar no es (como a los fundamentalistas les gusta decir) bíblica y peor aún, es un pecado de presunción. La doctrina Cristiano-Católica (Verdadera, Santa y Apostólica) enseña algo diferente, que la salvación final depende del estado del alma al momento de la muerte (cf. Mat 25,31-46). El que muera en el estado de amistad con Dios (estado de gracia) irá al cielo y el que muera en estado de enemistad y rebelión en contra de Dios (estado de pecado mortal, cf. Jn 5,16-17) irá al infierno.
Cristo primeramente nos “redimió” (que no es lo mismo que “salvó”), abriéndonos las puertas del cielo. La Redención es un preludio necesario a la Salvación. Él (Cristo) hizo su parte y como resultado de las gracias que mereció para nosotros por su muerte violenta en la Cruz, nos capacita (da las gracias necesarias) para que nosotros hagamos nuestra parte (Fil. 1,6; 2,13; Heb. 13,20-21). Para entrar por las puertas del cielo, debemos estar espiritualmente vivos o sea, en estado de gracia en el momento de nuestra muerte corporal. Si un alma se encuentra sin la gracia santificante (la gracia que viene de Dios y que da al alma la vida sobrenatural), o sea en pecado mortal, entonces estará espiritualmente muerta y por lo tanto incapaz de gozar del cielo (salvarse). La tradición protestante confunde Redención con Salvación. Si bien en un sentido todos sin condición estamos redimidos por la muerte de Cristo en la Cruz (Cristianos, Judíos, Musulmanes, ateos etc. Ver: 1Tim. 2,6; 4,10; 1Jn. 2,2), nuestra salvación sí esta condicionada por: la perseverancia en hacer el bien, por la caridad, por la aceptación de la voluntad divina en nuestras vidas, por el amor al prójimo y por el grado de fe que tengamos. En Fil 2,12 encontramos: "Por eso queridos míos, ustedes que siempre me han obedecido, trabajen por su salvación con temor y temblor, no solamente cuando estoy entre ustedes, sino mucho más ahora que estoy ausente". Los creyentes a quienes se dirige Pablo ya habían aceptado a Cristo, no obstante tenían que trabajar con temor y temblor por su salvación. Estaban seguros de haber sido Redimidos más no lo deberían estar respecto de su Salvación. Mateo 7.21: "No todo el que me diga: ‘Señor, Señor', entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial” es la sentencia de muerte a la teoría de “salvo siempre salvo”.
Por lo tanto, nuestra salvación es algo en lo que permanentemente debemos y tenemos que trabajar. Este trabajo es guardar los Mandamientos. Aquellos que no obedezcan los Mandamientos, no entrarán en el reino de los cielos. Alcanzar la salvación depende del juicio de Dios respecto de la conducta que hallamos tenido para con Él. Seremos juzgados también por lo que hacemos (obras) y no sólo por el acto de fe de aceptar a Jesús como nuestro Salvador personal. “Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal” ( 2 Co. 5,10). De todas maneras, nuestras buenas obras son el resultado de nuestra fe en Cristo, y por eso son real y verdaderamente la obra de Dios en nosotros: "Porque Dios es el que produce en ustedes el querer y el hacer, conforme a su designio de amor" Fil. 2,13. En otras palabras, ambas, nuestra fe y nuestras obras, son realizadas en nosotros no por nuestra justicia separadamente de Cristo, sino que son regalos de la gracia de Dios en nosotros. Por lo tanto, si eres católico y te preguntan ¿eres salvo?, debes responder: "estoy redimido por Cristo, y como me exhorta el Apóstol Pablo, estoy trabajando por mi salvación con temor y temblor, con mi esperanza puesta en las promesas de Cristo y rogándole me conceda la gracia de perseverar hasta el fin”.
Conclusión: solo los tontos o los presumidos pueden creer en lo de "salvo siempre salvo"
dice: La doctrina protestante (sobre todo en las sectas fundamentalistas) enseña ...
ResponderEliminarY a continuación escribe una mentira y calumnia y obviamente no coloca una sola fuente para demostrar, pero claro está fue escrito para católicos y esos creen en todo lo que se les dice y q tenga el sello de su religión por lo tanto no es necesario citar ninguna referencia, se puede mentir libremente.