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EL PRIMER BLOG CATÓLICO DE VALLE DE LA PASCUA...







viernes, 16 de octubre de 2009

De Gloria en Gloria

Por: Marco A Di Rupo B

El título de este artículo nos lleva en primer lugar a la Sagrada Escritura en 2 Corintios 3:18, cito la traducción de los apóstatas Casiodoro de Reyna y Cipriano de Valera, (sacerdotes católicos que abjuraron de su fe):
"Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor".


En segundo lugar de gloria en gloria, nos hace referencia a cierta campaña proselitista desarrollada hace algunos meses atrás por la secta protestante local “El Shadday” que también se hace llamar “iglesia de avivamiento”. Esta secta la dirige una pareja de ¿pastores? de apellido Pino. Dicha campaña esta enfocada principalmente a la conquista de “católicos” y con ellos, sus respectivos diezmos. Antes de que tratemos sobre la tal campaña, es necesario que comprendamos lo que Dios, a través de su Palabra y en su Iglesia, nos quiere comunicar en 2 Corintios 3:18, texto que estos señores toman para fundamentar su empresa.

Básicamente lo que San Pablo nos dice, es que somos transformados por la gloria de Dios. A diferencia de los profetas o de los santos del Antiguo Testamento, nosotros los cristianos podemos ver la gloria de Dios “a cara descubierta”, con más claridad de lo que pudieron haberlo hecho las personas en el pasado. Moisés vio la gloria de Dios pero solo parcialmente. El pueblo de Israel vio la gloria de Dios como un resplandor en la distancia. Moisés tenía que usar un velo sobre el rostro para que las personas no vieran la gloria de Dios directamente y recibieran daño. Pero ahora la gloria de Dios se ha revelado con claridad en el rostro de Jesucristo. San Juan expresa: “y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1,14). Todos los atributos de Dios que nos revela el Antiguo Testamento, se revelan con mayor claridad en la persona viva de Jesucristo. La primera religión, la de los judíos, era la observancia de una ley escrita. La segunda la de Cristo, es un espíritu o sea una fuerza que nos lleva a amar, una manera de ser libres; este espíritu nuevo se encuentra en Cristo Jesús el Señor el cual actúa en nosotros y nos va transformando. La gloria —la revelación del verdadero carácter de Dios— brilla de manera superlativa en Cristo. De tal forma que estamos con el velo quitado, mirando directamente la gloria de Dios y todos sus atributos revelados en Cristo. Esa visión, ese conocimiento, nos va transformando gradualmente (o sea, de gloria en gloria) a su imagen, mientras el Espíritu Santo obra en nuestra vida. Este pasaje bíblico nos habla de la santificación presente, y alude a la gran trasformación que la resurrección de Jesús, a través de su Espíritu, va operando en la comunidad de los creyentes, que no es otra que la progresiva semejanza a Cristo mismo. Si contemplamos la gloria de Dios revelada en el rostro de Jesucristo como se nos presenta en el Nuevo Testamento y en su única Iglesia (la Católica, Sacramento de Salvación), ella nos transformará. Es el Espíritu el que efectúa esa transformación cuando Jesucristo se convierte en la visión que nos consume y somos cada vez más semejantes a Él. Esto nos lo trasmite más fielmente la traducción católica (Biblia Latinoamericana):

"Por eso todos nosotros andamos con el rostro descubierto, reflejando como un espejo la gloria del Señor, y nos vamos transformando en imagen suya más y más resplandeciente, por la acción del Señor que es espíritu".

Pues bien, la campaña proselitista que he mencionado pretende fundamentarse en ese pasaje de la Escritura, para atraer incautos, pero asumiéndolo de una manera muy particular. Según la parejita de pastores antes mencionados, andar, estar o vivir de gloria en gloria no es lo que más arriba hemos entendido, sino por el contrario: la gloria de Dios se expresa en éxito, prosperidad material, milagros, portentos, sanidades, visiones, profecías, gozo, etc. Un mensaje muy atrayente y sin complicaciones: pura felicidad. La vida y el cristianismo al estilo “light”. Son las miserias que comercializa en una especie de paquete religioso (muy a lo Nueva Era) el pentecostalismo de la tercera ola, las iglesias bíblicas, las iglesias electrónicas, el movimiento de fe, las iglesias de avivamiento, el carismatismo, el tele-evangelismo (Enlace TV) y la teología de la prosperidad.

El supuesto evangelio que predican, se promociona con todas las parafernalias de un espectáculo mundano más: afiches en las calles, altoparlantes en un camión, promoción radial, etc. Existe desde hace varios años una “farándula evangélica” con sus vedette y luminarias, ídolos y fans, que mueve millones anualmente y funciona con las leyes del capitalismo salvaje. En estas campañas se expone en toda su crudeza la crisis que aqueja al cristianismo protestante (particularmente al evangélico), la caricatura que han hecho del cristianismo, reduciendo el evangelio a una especie de manual de auto-ayuda, a una vía rápida para la obtención de prosperidad económica, éxito y salud, olvidando la conversión, la caridad y la transformación integral de la persona a que nos llama el evangelio. Esta manera de concebir el cristianismo produce individuos alienados, aquejados de un individualismo extremo, intimistas (solo yo y Jesús, solo Jesús y yo) egoístas en esencia. Por su puesto que realidades como la enfermedad, la muerte, el fracaso, la pobreza, el sufrimiento, etc, que como circunstancias REDIMIDAS POR CRISTO y que asumidas como tales, pierden su carácter de maldición para (de una manera misteriosa) transformarse en bendición, son rechazadas de plano. Los mandamientos de la Ley de Dios (principalmente el amor al prójimo), la aceptación de la voluntad divina sea cual sea, el sacrificio, el santo temor de Dios, la solidaridad con los pobres y necesitados, la obediencia, no son temas de sus predicas, ni asumidos como conducta a nivel personal.

En sus reuniones (ya no se les puede llamar ni siquiera “culto”) el pensamiento racional, la capacidad critica, el discernimiento, son anulados en medio de “shows” muy bien planeados donde el emocionalismo, la histeria colectiva, la música estridente, los testimonios truculentos y las falsas “curaciones por la fe” buscan enardecer a los espectadores y anular su capacidad de juzgar, convirtiéndolos en victimas de la elocuencia, la mala voluntad y los caprichos del “líder”. Claro está que en una sala llena de personas ignorantes en materia de fe, ex-católicos, católicos sociológicos y almas simples, nadie se pregunta por ejemplo: ¿Quiénes son en realidad los líderes de la secta en cuestión? ¿Cuáles son sus historias personales? ¿Qué tipo de educación, aprendizaje u ocupación han desarrollado antes de fundar la secta? ¿De donde vienen sus doctrinas? ¿Donde se formaron académicamente? ¿Qué testimonio personal dan? etc.

La mayoría de las nuevas sectas que a diario aparecen en nuestra ciudad, como la promotora de estas cruzadas, están dominadas y conducidas por comediantes que nada saben de Biblia ni de doctrina cristiana, hábiles manipuladores, elocuentes y carismáticos, muy ambiciosos de dinero y poder, personajillos sin ningún tipo de escrúpulos morales, para los cuales no es que la religión sea un negocio, sino que EL NEGOCIO ES LA RELIGIÓN. Sus organizaciones funcionan como empresas familiares, pastor y pastora a la cabeza, incluso los hijos “heredan” el pastoreo y el ministerio. Mientras más adeptos, más diezmos, más ofrendas, más limosnas y colaboraciones. Al final el “avivamiento” ocurre solo en las cuentas bancarias del “líder”, quien se autodenomina “profeta”, “apóstol”, “ungido” y otros títulos pomposos, llegando incluso al colmo de asumir para si (como el líder de la secta en cuestión) la frase de Isaías 61.1 El espíritu del Señor esta sobre mi…

Estos “iluminados” someten con puño de hierro a sus fieles, utilizando presión psicologica y grupal, y amenazas veladas sobre posibles maldiciones que caerán sobre quien se arriesgue a desafiar la autoridad del líder o abandonar la secta. Se inventan historias personales donde casi siempre son victimas de alguna conspiración o persecución, maquinadas (según ellos) por la Iglesia Católica. A sus seguidores (victimas) les enseñan que el cristianismo de hoy debe estar construido sobre histriones como ellos. Hoy casi todas las denominaciones protestantes históricas y las nuevas iglesitas que casi a diario se fundan, asumen ese tipo de pseudo-cristianismo promocionado fundamentalmente desde la radio y la TV mal llamadas ¿cristianas?.

Como se puede apreciar, las enseñanzas de estas empresas religiosas son diametralmente opuestas a la verdadera doctrina cristiana, al verdadero evangelio del cual la Iglesia Católica es depositaria. Mucho católico ignorante, débil en su fe, incauto y desprevenido se ve tentado a militar en ese “cristianismo” agradable, sin sustancia y apaciguador de la conciencia, y lo que es peor, a actuar como “quinta columna” al interior de la iglesia, contaminando con los errores protestantes sus grupos de apostolado.

Esta situación demanda de la jerarquía, de los laicos comprometidos y de los movimientos apostólicos un esfuerzo pastoral incesante por llegar a los católicos alejados, preservándolos del error y atrayéndolos a Cristo, quien por su puesto no se hace esperar, Él a través del Espíritu Santo, ha inspirado a los Obispos de Latinoamérica, reunidos en la ciudad de Aparecida Brasil, el lanzamiento de la gran Misión Continental, en la cual se nos invita a convertirnos en Discípulos y Misioneros, a vivir un nuevo Pentecostés en todas las comunidades cristianas, a comunicar y compartir el don del encuentro con Cristo, quien le da a nuestra vida sentido, verdad y amor, alegría y esperanza.

Esta Gran Misión Continental tiene como uno de sus principales propósitos afrontar el fenómeno sectario en Iberoamérica, de hecho, el III Congreso Americano Misionero planteó como propósito inaplazable

"promover la profundización de la fe y el fortalecimiento de la Iglesia, para contrarrestar el efecto de las sectas, que han captado a muchos católicos, y algunos conceptos teológicos, que han sembrado el desconcierto".

Frente a la arremetida sectaria los cristianos-católicos asumimos con valentía y esperanza el lema de la Misión: Pueblo de Dios, conoce, vive y anuncia el Evangelio.



















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