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EL PRIMER BLOG CATÓLICO DE VALLE DE LA PASCUA...







martes, 1 de diciembre de 2009

El Pueblo de la Alabanza



Tomado del Libro: El Pueblo de la Alabanza
Autor: P. Juan Miguel Ganuza.
Ediciones Paulinas. Capítulos: 14. 15. 16


(Cáp. 14) NO TODO ES BUEN TRIGO. No todo es buen trigo en el campo de la Iglesia, y si abundan las doradas espigas, luce también la cizaña entre ellas. Y la gracia y la misericordia del Señor ¿no transforman en bellas espigas de trigo, las menos bellas de la cizaña? ¿No somos testigos de esos maravillosos cambios en la misma Renovación en el Espíritu?


Hay también algunos descarríos en la Renovación, más que por mala voluntad, por ignorancia y falta de guía espiritual y de discernimiento. Y, aunque podríamos hacer una larga enumeración, una buena lista (llevamos casi veinte años en la Renovación), vamos a dejar la palabra al P. Salvador Carrillo, de mayor sabiduría y experiencia carismática y buen amigo mío. Trata ese asunto más largamente, y con gran delicadeza en su libro CARISMATICOS.

Emocionalismo: confundir fe con emoción.


Gnosticismo: sentirse expertos en las cosas divinas y, por tanto perfectos, por las experiencias espirituales recibidas.


Anti-intelectualismo y Pietismo: suponer que basta la piedad y que no hace falta instrucción en la fe.


Iluminismo: aceptar la falsa pretensión de ser iluminado y guiado solo de lo alto.


Independentismo: hacerse la ilusión de depender tan solo del Espíritu, sin sujeción ninguna a la autoridad de la Iglesia, desconociendo el carisma de la Jerarquía.


Inmediatismo: esperarlo todo de una intervención directa y milagrosa de Dios, cancelando los medios y la prudencia humanas.


Fundamentalismo Bíblico: tomar el texto de la Escritura al pié de la letra, sin ninguna norma de interpretación, y aplicarlo de inmediato a las circunstancias presentes.


Elitismo: sentirse superiores, despreciar directamente lo que no es Renovación y criticar a los que no comparten las mismas ideas.


Glotonería Seudo-Espiritual: alimentar una avidez demasiado humana de experiencias espirituales, que no son sino experiencias síquicas.


Carismanía: reducir la Renovación a una carismanía barata y peligrosa.


Indiferentismo Ecuménico: creer ingenuamente que no hay diferencias profundas entre católicos y otras expresiones cristianas.


Alienación: engolosinarse tanto con las cosas del espíritu, que descuide la urgente participación en el compromiso social para construir un mundo mejor. Y dentro de los mismos grupos de oración se pueden enumerar algunos desvíos o tendencias destructivas:


Rivalidades y Divisiones (1Co 1-4; 12-14).


Egoísmo, engreimiento, al creer que los puestos de dirección son suyos y de por vida.


Autoritarismo, monopolización, desconfianza de las cualidades de los demás...


(Cáp. 15) CORREGIR LAS DESVIACIONES. No hay que asustarse por las desviaciones que puedan existir en la Renovación en el Espíritu. Es mucho más lo positivo que lo negativo y hay que recordar que en las comunidades cristianas de san Pablo, por ejemplo en Corinto que eran comunidades llenas de vida y repletas de dones del Espíritu, abundaban también los fallos.


Un torrente agua viva es más difícil de controlar que un hilito de agua. El éxito o el fracaso de los grupos de oración dependen, escribe el P. Carrillo, en considerable parte, del cuidado o el descuido que se tenga de ellos.


A la Renovación acuden toda clase de personas, la mayoría carentes de formación religiosa. A los pastores, toca darles la suficiente formación, iniciándoles de verdad en la fe cristiana. Es un hermoso campo que abre el Espíritu Santo a su iglesia.


¿Qué mejor terreno para una primera evangelización, que la Renovación en el Espíritu? En los grupos, en las asambleas, sobre todo en los retiros básicos y en los seminarios de vida... hay ocasiones estupendas, para impartir esa evangelización que necesitan, y luego esa catequesis de adultos, que es prácticamente nula en nuestros cristianos latinoamericanos.


Los sacerdotes deben conocer y amar la Renovación, estar bien informados de ella, conocer las directivas de la iglesia y las normas dadas sobre ella por los papas y los obispos. Una sana enseñanza es necesaria y hemos visto desviarse a grupos numerosos de oración, por ausencia de esta sana enseñanza católica, o haber abierto las puertas a una enseñanza no católica.


Y respecto a los fallos que pueda haber dentro de los mismos grupos, o en relación con otros grupos de la Renovación, hay que insistir en la unidad cueste lo que cueste (Jn 17,21) estar abiertos a las ideas de los demás, ceder los puestos a los que sean capaces, y no eternizarse en ellos, empeñarse sanamente en conservar la Renovación en el fervor primero, orar unos por otros por sanación interior y ese espíritu de paz y amistad en el Señor, del que nace la alegría y la servicialidad propios de la auténtica Renovación.


Y nunca se debe olvidar aquel texto fundamental del apóstol Pablo en su carta a los Gálatas: el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, tolerancia, agrado, generosidad, fidelidad, sencillez, dominio de sí. (Ga 5,22-23).


(Cáp. 16) POR SUS FRUTOS LOS CONOCERAN. A pesar de todos los fallos humanos que podamos encontrar en la Renovación, sus frutos en el pueblo cristiano son inmensos. Ya hemos visto como los papas (Pablo VI y Juan Pablo II) se alegraban con la Renovación. Juan Pablo II en ese documento vital para los seglares católicos “Cristi Fideles Laici” (que debemos leer, releer y meditar todos nosotros) señala los criterios para conocer la eclesialidad de las asociaciones de seglares:


-El primado que se da a la vocación cristiana a la santidad, y que se manifiesta en los frutos de gracia que el Espíritu Santo produce en los fieles... _La responsabilidad de confesar la fe católica, acogiendo y proclamando la verdad sobre Cristo, la Iglesia y el hombre, en la obediencia al Magisterio de la Iglesia...


_El testimonio de una comunión firme y convencida en filial relación con el Papa y los Obispos...


_La participación en el fin apostólico de la iglesia que es la evangelización y la santificación de los hombres...

_El comprometerse en una presencia en la sociedad humana, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia y al servicio de la dignidad integral del hombre... Y al afirmar Juan Pablo II que esos criterios se comprueban en los frutos concretos que acompañan la vida y las obras de esas asociaciones, parece que tiene a la vista a la Renovación en el Espíritu. Veamos los frutos que señala el Papa:


El renovado gusto por la oración, la contemplación, la vida litúrgica y sacramental, el estímulo a las vocaciones sagradas, al matrimonio y al sacerdocio, la disponibilidad a participar en las actividades de la iglesia, al activar una presencia viva en el mundo, el retorno a una vida cristiana auténtica a los alejados...(Los Fieles Laicos, n.30).


La Renovación es un gran despertar cristiano, un despertar a la oración, a una auténtica vida cristiana, a un florecer de los dones y carismas del Espíritu Santo en la iglesia. Son muchas las conversiones que hemos presenciado estos años por medio de la Renovación. Por algo podría decir el Papa Pablo VI, que la Renovación es una bendición en la Iglesia y para la Iglesia.


Para muchos, si no todos, de nosotros, que participamos en la Renovación, ha sido ella una de las mayores gracias que el Señor nos ha concedido en la vida, y con el salmista podemos repetir alegres: y estamos contentos.

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